Cervantes, ¿punto de partida o punto de llegada?

Por Leandro Calle

Cervantes, ¿punto de partida o punto de llegada?

El Premio Cervantes es tal vez el premio literario más significativo en lengua castellana. Incluso, el Nobel de Literatura no tiene tanta envergadura ni es tan esperado en el mundillo de las letras castellanas como el Cervantes. Comenzó en la década del setenta y cada uno/a de los galardonados/as ha sido generalmente un reconocimiento justo.

Este año, el premio recayó en un poeta de altísima potencia como lo es el venezolano Rafael Cadenas. Junto a Eugenio Montejo, Armando Rojas Guardia y Yolanda Pantin, Cadenas es una de las figuras más representativas de la poesía venezolana. Nació en Barquisimeto en el año 1930. Tiene y tuvo una vida literaria más bien discreta y reflexiva. En sus comienzos fue un activo opositor político al régimen de facto de Marcos Pérez Jiménez y por esa razón fue desterrado a Trinidad entre los años 1952 y 1956. A su vuelta, publicará entre otros libros de poesía: “Los cuadernos del destierro” (1960); el maravilloso poema “Derrota” (1963) y “Falsas maniobras” (1966) que junto con “Intemperie” (1977) son libros de un gran valor poético.

A diferencia de otros poetas que se repiten en su aspecto formal, Cadenas, entre uno y otro libro, va cambiando y experimentando. Los poemas en prosa de “Los cuadernos del destierro” tienen algo de Rimbaud o Aimè Césaire. “Intemperie”, posee una síntesis casi mística. En 1983 publica “Amante”, poemario en el cual se entrelazan las voces del amante, el amado y el amor y en donde por momentos el lector se pierde en la amalgama del decir erótico sin saber a ciencia cierta quién es el que habla. Cadenas va del poema en prosa al aforismo pasando por el poema lírico o la poesía metafísica. En todo, tiene un decir reposado pero firme. Engaña con cierto derrotismo, entiéndase bien, a nivel estratégico. Quiero decir que parece derrotado o querer mostrarse derrotado pero cuando lo leemos, somos nosotros los que caemos a los pies de la poesía, porque su palabra alumbra y sus derrotas son triunfos poéticos de gran magnitud. Allí, donde el poeta plantea su “fracaso” (y utilizo esta palabra porque remite a ese gran poema de “Falsas maniobras” que lleva por título esta misma palabra) se manifiesta el triunfo eficaz de la poesía por arriba de todos. Tal vez porque como dice el mismo Cadenas en otro lugar, “los poetas no convencen./ Tampoco vencen./ Su papel es otro, ajeno al poder: ser contraste”. Volviendo al poema “Fracaso”, su comienzo: “Cuanto he tomado por victoria es solo humo” y su final: “Gracias a ti que me has privado de hinchazones./ Gracias por la riqueza a que me has obligado./ Gracias por construir con barro mi morada./ Gracias por apartarme./ Gracias”; muestran a las claras la construcción de una ascesis poética a partir de la experiencia de un apartarse para que la poesía sea quien surja con toda su luz.

Rafael Cadenas es el primer venezolano en recibir el Premio Cervantes. Lo recibe a los 92 años de edad. Si tomamos los últimos 15 años del premio, podemos notar que todos los galardonados, a excepción de dos o tres septuagenarios, pasan los ochenta años e incluso los noventa. Recordemos a las uruguayas Ida Vitale y Cristina Peri Rossi; los españoles Joan Margarit y Francisco Brines y el caso emblemático del chileno Nicanor Parra que lo recibió a los 97 años y que no pudo asistir a la ceremonia. Cabe entonces la pregunta: ¿debería, el Premio Cervantes, ser un punto de partida o un punto de llegada? ¿De qué le sirve a un escritor nonagenario recibir un premio en el cual apenas puede asistir al acto y tal vez deba brindar con agua mineral en la ceremonia? Pienso en García Márquez que recibió un premio Nobel con una obra literaria muy madura pero también con mucho hilo en el carretel para desarrollar a partir de la visibilidad incuestionable que otorga un Cervantes o un Nobel. No es una cuestión de edad la de los premios, pero llama la atención que los últimos galardones de la península se otorgan en circunstancias de salud endeble y en avanzada edad. Una cosecha tardía que tal vez impida una fructificación de la literatura un poco más acorde al disfrute y a la fecundidad del hacer del escritor, si bien toda obra es fecunda allende la vida del sujeto que la escribe. Con este último párrafo, del que tal vez muchos lectores no estén de acuerdo, no quiero significar en modo alguno que no sea relevante el premio otorgado a Cadenas o los demás, sino que considero que hubiese sido mucho mejor que lo hubieran recibido y disfrutado mucho antes. Premios como el Cervantes, poseen evidentemente la necesariedad de una obra madura y consistente y una obra de estas características se da ya en la mayoría de los premiados mucho antes de cumplir los ochenta o noventa años. Basta revisar un poco sus obras editadas y, por supuesto, arriesgar y apostar por lo que vendrá y no solo por lo ya conseguido.

Enhorabuena para el querido Rafael Cadenas.

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