Fantasmas de lo sublime, traducciones del inglés

Por Leandro Calle

Fantasmas de lo sublime, traducciones del inglés

La editorial autogestiva “Serapis”, creada en Rosario en 2006, se especializa en traducciones y poesía. Este año acaba de publicar “Fantasmas de lo sublime”. Un libro que contiene 22 poemas de 22 autores diferentes de origen anglófono. La traducción está a cargo de la poeta cordobesa Yanina Audisio y del escritor Federico Sironi.

La selección de los poemas tiene que ver con la finitud de la vida, la pregunta final por la existencia y el tema de la trascendencia. Ambos traductores marcan en el prólogo una perspectiva concreta e interesante desde el punto de vista del oficio del traductor: “quien traduce no vaticina, sino que traslada ese vaticinio; es primero alguien que lee y sucumbe a un asalto ante la visión y la música del poema que, como el ángel de Rilke, encarna la belleza, un territorio palpitante donde el comienzo de lo terrible asume la extrañeza de la lengua ajena, allí donde el poema se presente velado, y de la propia, cuando se lo persigue entre las claridades y las opacidades conocidas para hospedarlo”.

El título del libro procede del final de un poema de Coleridge, incluido en la selección: “Phantoms of Sublimity”.

Los poemas recopilados y traducidos por Yanina Audisio y Federico Sironi, pertenecen mayoritariamente a los siglos XVIII y XIX. Excepto el primer poema que abre el libro, cuyo autor es el reconocido poeta John Donne (1572-1631). El texto en prosa de Donne es de una honda belleza, y su profundidad se hilvana a su vez con la historia literaria. Hacia el final, Donne dice: “Cuando el mar arrastra un terrón, Europa se ve disminuida, como si de un promontorio se tratara, como si de la morada de un amigo o la tuya: cada muerte me socava, la humanidad me concierne, entonces nunca mandes a preguntar por quién doblan las campanas, las campanas doblan por ti”.

Evidentemente no podemos esquivar el final del párrafo y reconocer allí uno de los más conocidos títulos de Hemingway: “Por quién doblan las campanas”, novela que tiene como contexto la guerra civil española.

Los poemas que siguen pertenecen, entre otros escritores y escritoras, a Emerson, Joyce, Percy Shelley, Dickinson, Keats, Blake.

Resulta sumamente interesante el rescate de la poeta Mary Weston Fordham (1842-1904), de origen afroamericano. Poco se sabe de su vida y de su obra. Publicó en 1897 un libro, “Magnolia Leaves”, que contiene 66 poemas. De allí, los traductores seleccionaron “Ensueño”:

“… Pero, ¡oh! creo yo que no hay aflicción

que el pecho pueda alojar,

o herida tan profunda como el humilde montículo

sobre el afligido sepulcro hondo del corazón”.

Entre los clásicos, como Wilde o Yeats, el lector podrá encontrar un largo texto de Lord Byron, llamado “Oscuridad”, que transmite una atmósfera distópica e inquietante y que es un seguro antecedente de las escrituras actuales:

“… El mundo estaba vacío,

el antes poblado y poderoso era un terrón,

despojado de estaciones, hierba, árboles, hombres, vida,

un terrón de muerte, un caos de barro duro”. 

Para aquellos lectores que gusten de la poesía clásica en lengua inglesa, encontrarán en este libro una joya sutil, un conjunto armónico de poemas de los más reconocidos autores que manifiestan sus impresiones acerca de la muerte, la finitud y la trascendencia.

El libro no ahonda en cada autor, sino que ofrece un clima, una atmósfera en torno a una elección y selección temática. Una bella y práctica manera de introducirnos al romanticismo inglés, la época victoriana y al posromanticismo.

“Toda mi vida enterrada aquí,/ bajó un montón de tierra”, dice Oscar Wilde en “Requiescat”. De esa tierra sepulta, de ese montón de terrones que el tiempo ha ido acumulando en los cuerpos, los traductores de este libro, como un bello servicio, hacen resucitar poemas memorables, fantasmas maravillosos y sublimes que se levantan ante nuestros ojos cada vez que pasamos las páginas.

La traducción tenga tal vez esta noble función de hospedar, albergar estas ausencias.

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