Mubarak, de Laura García del Castaño

Por Leandro Calle

Mubarak, de Laura García del Castaño

Laura García del Castaño (Córdoba, 1979) una de las voces poéticas de Córdoba más representativas, acaba de publicar Mubarak. HOY DÍA CÓRDOBA conversó con ella.

– HDC: El primer poema del libro, “Chat”, es un dialogo donde la comunicación icónica del celular está puesta en palabras. Una suerte de transcripción o traducción del lenguaje visual de emoticones. Es una apuesta fuerte. ¿Hay una experimentación entre la virtualidad y el lenguaje poético, o la virtualidad se cuela de manera inexorable?

– Laura García del Castaño (LGC): Hay una experimentación que creo se anticipa o fantasea con anticiparse a lo que siento será en algún momento una mixtura. De todas formas nunca hay un solo propósito. Traducir los emoticones en lenguaje escrito fue el impulso. Provocar ese choque violento entre lo que se comunica y la gesticulación que acompaña esa comunicación. Porque eso son los emoticones, prolongaciones de nuestra reacción física.

– HDC: “Mubarak” es un hombre que decide vengarse de un cocodrilo que devoró a su esposa y a su hija. Tomás esa historia africana y la hacés tuya, hasta el punto de decir “yo me identifiqué siempre con los cocodrilos”. Lejos de las historias autorreferenciales y de las épicas cotidianas tan asiduas en Córdoba, ¿marcás ahí una diferencia con lo que se viene escribiendo a nivel provincial? ¿Es el/la poeta un contador de historias?

– LGC: La cuestión es conmigo misma. Con el tiempo uno se empieza a conocer de un modo más honesto, se quita presiones y dice: para esto tengo facilidad, o ves tus textos como una tira fotográfica y decís: este patrón o esta forma se repite. Vamos con eso. Quería un libro híbrido, venía dando muestras de ese deseo. Sin etiqueta fija, que pudiera contar sin alejarse de la lírica o cierta cadencia poética. Y que al mismo tiempo esas historias parezcan ficción, pero sean reales. Es lo que pasa con los medios y con los portales hoy. Antes te contaban la ficción como real, y ahora te cuentan la realidad como ficción.

– HDC: Los animales están muy presentes en muchos de tus libros. Hay una continuidad de algún modo con ese “bestiario personal” ¿es la poesía ese “animal no domesticado”?

– LGC: Los animales serían como los emoticones del comienzo. Complementan, gesticulan, develan, dan formas salvajes a nuestras partes contenidas, civilizadas. Completan la parte inasible. Y sí, hay cierta continuidad de los otros libros. La mitología es una sola para el poeta. Pienso.

– HDC: “Los humanos en cambio ingieren su maldad” decís, y a lo largo del libro los animales son más amables y los humanos lo contrario. ¿Es posible digerir el mundo actual desde la poesía, para decirlo con palabras cercanas al poema: “El cocodrilo me tomó de una pierna”?

– LGC: El único problema es que este mundo disuelve todo más rápido. Y la digestión de la poesía es lenta y llena de trance. Pero sí, estoy segura que es posible digerir el mundo desde la poesía, por su carácter visionario. Además de reflejar y arrastrar la poesía se adelanta. Tiene cualidades para siempre salir airosa.

– HDC: Virtualidad y género, atraviesan todo el libro. “Pero entonces apesto a mujer” decís en “Lavo la sangre de mi período en agua color café”. ¿Cuál es tu mirada acerca de la relación género-poesía?

– LGC: Desde la mirada de una lectora mujer: la poesía escrita por mujeres la siento mutable, movilizada y movilizante. Está girando, supurando del quiebre que resulta toda la transformación de la que está siendo protagonista. La poesía escrita por varones la siento más estática en este momento. Me agrada estéticamente, pero me interpela menos. Excelentes poemas, pero con poca ruptura o incomodidad. Aún ves fórmulas o temáticas de hace diez años atrás… o veinte. Obviamente no son reglas fijas. Es una mirada provisoria y muy subjetiva. Siento una ansiedad por definir cuestiones que están en tránsito. Lo que sí me sorprende, es la cantidad de poesía traducida, que está llegando escrita por mujeres de las que antes no teníamos idea.

– HDC: ¿Es la literatura (lectores, escritores, editores, etc.) un territorio aún de “machos”?

– LGC: Hay un proceso imparable de transformación. Incluso esta pregunta ocupa un lugar de ruptura donde antes había silencio y certeza. Abiertos ciertos debates, ya no se puede volver atrás. Estamos en un territorio de arenas movedizas aún.

– HDC: ¿Qué nuevos proyectos tenés en mente y cómo ves el panorama poético actual?

– LGC: Sé que quiero seguir por este camino, pero voy a tientas. Tengo intenciones pero luego te llevan hacia otro lugar. Pasa con la poesía. Hay una generación poética que viene. Gente escénica, performática, militante del arte, con una autogestión incorporada, con menos rollo con sus maestros o sus influencias que me encanta.

– HDC: Recomendanos tres autores/as que te parezcan indispensables para los tiempos que vivimos

– LGC: De los que abro como un oráculo: Anne Carson; Horacio Castillo; Susan Sontag.

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