Ahora los jóvenes

El ojo de Horus

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Hace algunos días, la Cámara IV del Crimen condenó a 22 acusados por comercialización de drogas. Los más conocidos de esta extensa lista son Raúl Cuello, alias el «tuerto Cacho» y sus hermanas, Norma, «Pipi», y Marcela Sánchez, «Enana».

La investigación, que dirigió el fiscal Marcelo Sicardi, se extendió durante dos años, y las condenas de esta mega causa van de los cuatro a los ocho años de prisión, tras probarse que la organización se movía como pez en el agua a la hora de vender drogas al por mayor, desde la base que tenían en barrio Cooperativa Los Paraísos. Además, varios de los imputados ya tenían condenas anteriores por los mismos delitos.

Un dato anecdótico, que sin embargo forma parte de la prueba, son los apodos de la mayoría de los condenados. Gorda”, Mandinga”, Azúcar”, Seco”, Vieja”, Cabezón”, Quilino”, Ketena”, Huesito”, Pancuca” son algunos de los sobrenombres, aunque sin dudas el que más risas generó entre los participantes de las audiencias fue el de Cristian «Bombacha» Paz.

Lo cierto es que, con esta nueva condena al Tuerto Cacho”, ya no quedan traficantes históricos” libres. El Gallo” Altamira y el Chancho” Sosa están presos desde hace rato. Quienes conocen el paño aseguran que, sin embargo, nuevas «promesas» del rubro están tomando la posta y que, en realidad, lo que está ocurriendo es un recambio generacional.

Big Brother

Por estos días, en todos los accesos de Tribunales II se están montando los aparatos del nuevo sistema de control de ingreso con reconocimiento facial. La idea es que nadie entre sin ser -y quedar- registrado. Este moderno mecanismo de control se complementará con las cámaras ya instaladas, que se reportan a un centro de monitoreo que está en un período de prueba.

Los trabajadores no tendrán mayores cambios, ya que, al estar pre registrados, el sistema los reconocerá y les abrirá las puertas, con el plus de que, a partir de ahora, el control de asistencia laboral será estricto y sin contemplaciones. De hecho, también habrá un mecanismo de reconocimiento de los vehículos de los jueces y fiscales, lo que podría modificar los hábitos de algunos magistrados, acostumbrados a llegar con el sol bastante alto.

Para los abogados que tramitan causas en el fuero penal, se dispondrá un modo de entrada seguro y sin demoras, similar al de los trabajadores. En lo que respecta al público, se mantendrá el actual sistema, con el agregado de la filmación.

Por ahora, estas máquinas solo se instalan en los Tribunales de barrio Observatorio y, a medida que el presupuesto lo permita, se hará lo mismo con todas las dependencias de capital y del interior.
En cuanto al funcionamiento, de no mediar imprevistos, posiblemente se inicie a finales de julio, luego de la feria de invierno.

Dicen, desde el Superior Tribunal, que a partir de ahora todo será visto y registrado. Los pícaros ya no podrán llegar cuando se les cante, y la seguridad será la mejor de todos los tiempos. De ser así, podríamos pensar entonces que a los tribunales provinciales ha llegado El Gran Hermano.

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