La suegra quemada

El ojo de Horus

La suegra quemada

La suegra quemada

Nuestra cultura reserva un especial lugar para la relación entre el novio y/o marido de «la nena» y la suegra. De hecho, existen un montón de chistes que pintan un vínculo tenso en el que el yerno es vigilado con una mira telescópica para que «se porte bien».

Próximamente, en los tribunales de Río Cuarto, comenzará un juicio que marca una excepción a la regla, ya que la juzgada será una nuera. Leonela Hidalgo, de 22 años, será juzgada por la tentativa de homicidio de su suegra Sandra Carro, en un hecho ocurrido en Sampacho, el 10 de noviembre del 2020.

Según la crónica barrial, Leonella vivía con el hijo de víctima en una casita ubicada al fondo del terreno de la vivienda principal, habitada por la suegra. Aparentemente esta no consentía la relación y criticaba con dureza a la acusada. Un día, Hidalgo escuchó que Carro despotricaba en contra de ella y entonces la roció con alcohol y le prendió fuego. La suegra, de 50 años, participaba de una sesión de reiki en el momento de ser atacada, y sufrió quemaduras en el 35% de su cuerpo, sobre todo en el cuello y la cara.

En el juicio con jurados populares se discutirá también sobre las pericias psiquiátricas hechas a Hidalgo, y si comprendía la locura que estaba cometiendo. Lo que surja de ese debate será clave para determinar su eventual condena en esta historia conocida como la de La Suegra Quemada.

Arrepentido

Pocas cosas deben generar tanta desesperación para una madre o un padre, como el hecho de que algo malo le pase a un hijo, sobre todo cuando es un niño pequeño y está totalmente indefenso. El juez Pablo Brandán condenó en la Cámara Cuarta, a Axel Romero, de 21 años, por un hecho que conmocionó a los cordobeses en la mañana del 29 de noviembre del 2019.

Eran las 10.30 horas cuando, en barrio Parque Capital, Valeria Aguilar sacaba su auto del garaje y se bajó para cerrar el portón, dejando el vehículo en marcha. De repente, un joven se subió y se lo arrebató. En el asiento de atrás, dormida en una sillita, estaba su bebita de un año y cuatro meses. La madre se arrojó sobre el capote al grito de «dejame mi hija, dejame mi hija», pero el ladrón aceleró y giró abruptamente en una esquina haciendo que ella cayera en el asfalto.

Según dijo en el juicio Romero, a poco de andar se dio cuenta de la presencia de la niña y fue entonces que decidió abandonar el auto y hacer que una tía avise a un conocido de Tribunales sobre lo sucedido. Aseguró que todo fue rápido y que cuando vio a la bebita le temblaron las piernas porque él tenía una hermanita de esa edad.

Al juicio llegó acusado de robo calificado por armas, y se le agregó la privación ilegítima de la menor. A pesar de que tal vez la pequeñita ni se dio cuenta de lo que pasaba, estuvo retenida por el delincuente. El mismo antecedente jurídico se registró en el juicio al Terrorismo de Estado de La Perla, cuando algunos niños fueron llevados a ese campo de concentración junto a sus padres secuestrados.

Axel Romero fue condenado a 5 años de prisión, le pidió perdón a la madre (que jamás olvidará semejante vivencia traumática) y afirmó que está totalmente arrepentido.

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