Charlotte y de Alexander

El ojo de Horus

Charlotte y de Alexander

Charlotte y de Alexander

Sin dudas, los adustos y engominados Tribunales II tuvieron esta semana un toque de glamour con la presencia de los mellizos Caniggia, listos y preparados para recibir una condena condicional por incidentes que protagonizaron en el boliche Keops, de Villa Carlos Paz, hace ya más de cuatro años y en una madrugada somnolienta, posiblemente tonificada con «champeing».

Cuestiones judiciales al margen, ella y él mostraron sus diferentes personalidades y que, por sobre todo, son herederos de una nada novedosa cruza entre el futbol y el jet set. De todos modos, en estos días tribunalicios se los vio unidos y con las mismas sensaciones y miedos que en definitiva tienen los imputados de «carne y hueso». Alexander Dimitri hizo gala de su histrionismo, vistiendo ropa de llamativos colores que lo asemejaban a un leopardo, y con gestos propios del reality que protagoniza cada vez que se prende una filmadora. Con buena onda, sin embargo, dijo que este juicio era «cholulaje», y que estaban acá porque eran los Caniggia.

Charlotte Chantal en cambio, siempre se tapó la cara y reconoció que estuvo mal cuando le sacó el Iphone al periodista Pablo Layús para descuartizarlo arrojándolo contra el piso. Vestida de negro, se acurrucó en los brazos de su novio y se la vio muy avergonzada de estar en el banquillo de los acusados. De hecho, en la audiencia del martes adujo un dolor estomacal y le permitieron seguir el juicio desde otro lugar no visible de la sala.

La condena en suspenso para ambos es irreversible, tal vez con el agregado de alguna psicoterapia y trabajo comunitario. Para el anecdotario de algunos almidonados jueces y para los jóvenes que se incorporan a la carrera judicial, quedarán las fotos y los recuerdos de la presencia en Tribunales de los hijos «del Hijo del Viento y de la Nannis», de Charlotte y de Alexander.

Un angelito

Villa Santa Rosa de Río Primero es un pueblo ubicado a poco más de 80 kilómetros de nuestra ciudad con dirección nordeste. Como en toda pequeña comunidad, las agujas del reloj se mueven casi sin ganas y la tranquilidad predomina en buena parte del día. Sin embargo, la noche del 10 de diciembre del 2016 quedará por siempre grabada en la memoria de la gente de allí, porqué una tragedia terminó con la vida de Mateo Aguirre de sólo 8 años.

Fue una picada automovilística protagonizada por dos jóvenes imprudentes: Domingo Nahuel Ghione de 18 años en ese momento, quien conducía una Renault Kangoo, con la que chocó en la banquina y mató al niño, y Axel Gastón Pérez, a bordo de un Fiat Uno. Según la prueba, Ghione habría consumido alcohol y marihuana, y lo arrastró a Mateo por más de 100 metros. Imputado de homicidio culposo, estuvo detenido solamente dos días.

La otra parte de la historia involucra a dos policías, entre ellos el jefe de la comisaría, en lo que habría sido una tarea de ocultamiento, encubrimiento y desviación de la investigación. El comisario Omar Pucheta, amigo de la familia del principal acusado, finalmente fue desplazado de la jefatura. El cómplice de Pucheta, fue el sumariante, el oficial inspector Javier Maidana. Ambos habrían tomados declaraciones «livianas» para esconder lo de la «picada».

Próximamente los cuatro serán juzgados en la Cámara Séptima del Crimen. Ghioni y Pérez, por correr una picada mortal, y Pucheta y Maidana, por intentar ayudar a los picadores. Mateo recién empezaba a vivir …era un angelito.

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