Garronazo

El ojo de Horus

Garronazo

El garrón es la parte más baja de las patas de los animales, pegado a la pezuña y con casi nada de carne. Gastronómicamente hablando, incomible y, a duras penas, solo útil para hacer un caldo. «Comerse un garrón» entonces, significa tener que afrontar una situación desagradable y muchas veces inesperada.

Hace algunos días, en los tribunales de Cruz del Eje, fueron absueltos los hermanos Carlos y Miguel Farías, acusados de iniciar intencionalmente un incendio, lo que motivó que, por una decisión de la fiscal de Cosquín, Paula Kelm, estuvieran detenidos casi un año y dos meses. Era agosto del año pasado, cuando un montón de focos de fuego castigaban una vez más a nuestras serranías cordobesas, mientras se multiplicaban los comentarios y sospechas de que la gran mayoría eran iniciados de manera artera y deliberada. En ese contexto, de bronca social y de clamor por encontrar a los incendiarios, los Farias fueron denunciados por la presunta provocación de un incendio en Casagrande que se propagó por Valle Hermoso, poniendo en riesgo la reserva natural de Vaquerías.

Los desdichados hermanos estuvieron detenidos en Cruz del Eje, tras una espantosa investigación de la Policía de Valle Hermoso, con varias irregularidades y un testigo trucho; todo lo inadmisible para un Estado de Derecho. Por eso, durante el juicio, las declaraciones de los policías fueron desastrosas y la acusación de incendio doloso (de tres a 10 años de cárcel) se hizo insostenible.

El 2020, además de la pandemia del Covid, fue uno de los peores años también por el fuego, y miles de hectáreas se consumieron. Carlos y Miguel Farías fueron como «un trofeo» para mostrar a la sociedad, y así «calmar a las fieras» y que la gente elogiara el trabajo de la Policía y de la Justicia. Absueltos por la duda, ambos trabajadores y con familias que sufrieron lo peor de lo peor, ahora tendrán que reconstruir sus vidas. No puede ser que ciudadanos inocentes paguen con su libertad la inoperancia e incompetencia de agentes estatales. Los Farías lo deben saber muy bien… ellos se comieron un Garronazo.

¿Escoba nueva?

La Corte Suprema de Justicia se parece a un auto viejo que pierde aceite y tapa de humo a quienes intentan rescatarla. Las últimas presidencias de Ricardo Lorenzetti y Carlos Rosenkrantz se ocuparon más de jugar a la política que de administrar la Ley con responsabilidad. Que en Argentina haya existido una increíble «doctrina Irurzun» para aplicar de manera muy caprichosa la prisión preventiva, o que una «mesa judicial» haya tenido llegada directa a los supremos (cruces telefónicos con Pepín Simón), pinta de cuerpo entero la deformación del alto cuerpo, que padecerá por siempre aquella amigable foto de Lorenzetti con el revulsivo juez Moro de Brasil y el fallecido Claudio Bonadío.

Hace un par de meses asumió como presidente Horacio Rosatti, quien está mostrando una gestión fresca y renovada. De hecho, se reunió con los camaristas de todo el país para interiorizarse sobre la situación de todas las dependencias federales. Muy contento por el encuentro, el presidente de la Cámara Federal de Córdoba, José Ignacio Velez Funes dijo: » Fue una reunión rica que mostró una nueva dinámica muy válida para enfrentar las distintas problemáticas». Pero Rosatti también convoco a las máximas autoridades de las Justicias provinciales.

En tal sentido, el presidente del Tribunal Superior de Justicia local, Sebastián López Peña, expresó: «Lo vi muy proactivo, propenso y decidido a tratar distintas cuestiones sin espíritu corporativo». Por supuesto, «los pingos se ven en el potrero» y ahora la Corte deberá resolver la constitucionalidad de la reforma del Consejo de la Magistratura. Allí se podrá ver la muñeca del flamante presidente. Por lo pronto, Rosatti ha refrescado un ambiente almidonado y pareciera barrer bien… ¿Será una escoba nueva?

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