Jorgito

El ojo de Horus

Jorgito

Jorge Tapia

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La feria de enero pegó fuerte en Córdoba con seis de los 24 femicidios ocurridos en todo el país. Por supuesto la muerte del joven Luciano Aranda, electrocutado al tocar un poste del alumbrado público en una placita de Alto Alberdi reinstaló el riesgo de sobrevivir en nuestra ciudad ante tantos peligros visibles e invisibles. En esta investigación, al igual que en las de Javier Willington y de un niño en barrio El Chingolo por hechos similares, aún no hay imputados y avanzan las pericias técnicas para dilucidar eventuales responsabilidades.

Puertas adentro, muchos judiciales se contagiaron con la Ómicrom, pero de todos modos la actividad plena se desarrolla con normalidad desde el martes pasado. Pero lo más penoso fue el fallecimiento de Jorge Tapia, el histórico «canillita» de Tribunales. La consternación perdura entre tantos conocidos porque Jorgito era indudablemente «una institución». Cada mañana, era uno de los primeros en llegar para acomodarse en la primera escalera de la planta baja de Tribunales Dos. Por allí ingresan la mayoría de los magistrados y trabajadores, y entonces era un festival de saludos por el afecto y cariño que siempre generó en todos. Con un montón de revistas y libros bajo el brazo se cansó de subir y bajar hasta el tercer nivel, y entrar y salir sin pedir permiso a todas las oficinas. Jorge era muy joven, sólo tenía 56 años, y su partida es hartamente incomprensible, genera impotencia que alguien tan querido y familiero se haya tenido que ir tanto tiempo antes de lo merecido.

Burlar la muerte es casi imposible. Lo único que podemos intentar es mantener vivos en nuestros corazones a quienes valieron la pena. Por esta y otras razones, quienes caminamos los pasillos tribunalicios jamás nos olvidaremos de Jorgito.

El juicio de los 300

Todo parece indicar que finalmente a mediados de marzo próximo comenzará el juicio por el crimen de Nora Dalmasso, ocurrido el 26 de noviembre de 2006 en el barrio Villa Golf de Río Cuarto. Si bien este juicio tenía que iniciarse en marzo pero del año pasado, diferentes problemas en la conformación del tribunal que juzgará al viudo Marcelo Macarrón, sumado a cuestiones organizativas, dilataron el inicio de este proceso final que arrancaría el lunes 14 del próximo mes si es que ningún otro percance se cruza.

El paso del tiempo ha provocado que la causa llegue deshilachada y que haya un solo imputado, acusado de ser el autor intelectual y quien habría pagado por el asesinato. Por eso la sospecha que se cierne sobre el viudo Macarrón es la de homicidio calificado por el vínculo, alevosía y precio o promesa remuneratoria. En caso de ser hallado culpable, la única pena posible es la de prisión perpetua, recordando que para condenar sólo sirve la certeza y que la duda siempre favorece al reo.

El Tribunal Uno estará integrado por los jueces Daniel Vaudagna, Natacha García y Gustavo Etchenique Esteve. El fiscal será Luis Rivero, quien seguramente hará todo lo posible por sostener la hipótesis de su colega investigador, Luis Pizarro.

El defensor de Macarrón será el veterano penalista Marcelo Brito y excepcionalmente se sortearán 50 jurados populares, cuando lo habitual son 12. En este caso, y a fin de evitar faltantes por posibles recusaciones, se conformará un grupo final de 20 jurados, 8 titulares y 12 suplentes. Es posible que se fijen audiencias tres días por semana, posiblemente lunes, miércoles y viernes, y el otro dato que rompe el molde son la cantidad de testigos que figuran como posibles declarantes ¡¡¡alrededor de 300!!! Si bien para el fiscal los relevantes no son más de 40, habrá que ver cuál es la estrategia del defensor a la hora de los pedidos.

Para los cinéfilos, la sola mención al potencial número de testigos irremediablemente surge el recuerdo de la película del rey espartano Leónidas y sus batallas en la antigua Grecia. El juicio Dalmasso, también podría ser conocido como el «juicio de los 300».

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