Mala noticia

El ojo de Horus

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En los últimos años el robo de celulares se convirtió en una pesadilla también en nuestra ciudad. Salir a la calle con el teléfono en la mano, o intentar usarlo ante la vista de desconocidos, puede resultar casi suicida. Los ladrones suelen ser jóvenes, muchas veces armados, y que no dudan a la hora de empujar a una anciana o de apuntar a estudiantes que entran o salen de sus escuelas. Pero también se han multiplicado las banditas que van a boliches o lugares de fiestas para, penumbra y amontonamiento mediante, atacar en manada. Son rapidísimos y muy hábiles para bolsiquear, y muchas de las víctimas ni se dan cuenta de que les sacaron los equipos a la velocidad de la luz, incluso de bolsillos ajustados. Otros reaccionan tarde y cuando buscan con la mirada no ven nada porque estos delincuentes también son eficaces para mezclarse con la gente y hacerse humo. Y aquellas víctimas que logran darse cuenta se ven inmediatamente rodeados por los cómplices del ladrón que actúan para embarullar y diluir cualquier reclamo, enojo o contrataque.

En la madrugada del viernes pasado, y tratando de recuperar un iphone robado al dueño de un boliche de la zona del Kempes, que tenía el geolocalizador activado, un allanamiento en una vivienda de Villa Esquiú finalizó con un sorpresón. Los investigadores encontraron alrededor de 180 teléfonos, la mayoría de ellos de la marca de la manzanita. Pero el impacto mayor fue el hallazgo de un mini laboratorio con dos computadoras y un programa para desactivar estos modernos y costosos aparatos, que hoy se venden hasta en 300.000 pesos, pero que a la hora de ser reducidos son despachados por 20.000 o 30.000 pesos, o lo que sea.

El consuelo es que, al menos hasta ahora, los iphones no se pueden desbloquear, por lo que los cacos jamás pueden hacerse de los datos de los dueños. Pero la novedad es que aquí en nuestros pagos, alguien evolucionó y aprendió a desactivarlos, esto es, a prepararlos para que sean usados para el Whatsapp y varias funciones más. La policía ya trabaja con el FBI porque nunca antes, en Córdoba, se había encontrado esta tecnología para desactivar y reciclar los iphones, y en consecuencia volverlos más apetecibles y comerciales. Dicho en pocas palabras, sin dudas, lo encontrado representa una mala noticia.

Katherine

El viernes 27 en la Cámara Tercera del Crimen comenzará otro juicio por otro femicidio acontecido en nuestra provincia. Brando Ariel Larrubia López será juzgado por homicidio calificado doblemente por el vínculo y por violencia de género. El imputado y la víctima, Katherine Fernanda Saavedra, habían sido pareja con una dinámica de separaciones y reconciliaciones permanentes. Sin embargo, durante este período, él la sometió a una constante violencia física y psicológica, con golpes, humillaciones, escenas de celos, insultos y amenazas. El 26 de diciembre de 2019 Katherine sufrió una brutal golpiza en las piernas y en la cara, con hematomas en la boca y en el ojo izquierdo. Pero lo peor sucedió el 28 de febrero de 2021, cuando ambos viajaban en auto por Malvinas Argentinas.

Siendo las 6 de la madrugada, Larrubia López la golpeó en la cabeza, abrió la puerta del acompañante y la sacó del vehículo para dejarla tirada sobre el asfalto. Si bien fue rescata por la policía y trasladada al Hospital Misericordia, falleció el 3 de marzo al no poder recuperarse de un severo traumatismo craneoencefálico. Igualmente perversa fue la declaración de este femicida de 26 años, cuando en un intento de defenderse, dijo que en realidad su pareja se había arrojado voluntariamente del auto cuando estaban circulando a la altura del 170 de la primera sección de Malvinas Argentina.

En el juicio, de probarse la acusación que llevará adelante el fiscal Marcelo Hidalgo, Larrubia López será condenado a prisión perpetua, como autor responsable de lo que fue el octavo femicidio del año pasado. Su víctima sólo tenía 22 años y se llamaba Katherine.

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