Mucho que desear

El ojo de Horus

Mucho que desear

Si por los motivos que fuere La Justicia no colma las expectativas de una parte importante de la sociedad, entonces muy posiblemente algo no se esté realizando de la mejor manera a la hora de prestar este servicio fundamental. Pero si además, las luces amarillas las encienden desde adentro funcionarios, trabajadores y abogados que conocen la «cocina» del sistema judicial, entonces los responsables de instrumentar las mejoras requeridas deberían finalmente hacerse cargo.

Como potenciales víctimas de delitos, todos pretendemos acciones rápidas y lo más certeras posibles. No puede ser, por ejemplo, que fiscales de turno se enteren de hechos resonantes por los medios de comunicación o por las redes, o que trámites se demoren durante los fines de semana, y no se hagan allanamientos urgentes para recuperar elementos robados como los teléfonos Iphones que suelen avisar su ubicación. Son demostraciones de lo que incluso se pone en evidencia «puertas adentro» en Tribunales Dos. Recordemos que durante la pandemia, se puso en funcionamiento la Unidad Fiscal de Atención Inmediata (UFAI) para los hechos en flagrancia. Posteriormente, se cambió por el Centro de Recepción para Personas Aprehendidas con el fin de imprimirle velocidad y practicidad a las incipientes investigaciones. Sin embargo, las críticas dicen que funciona más lento que el mecanismo previo a la llegada del Covid-19.

Pero además, se suprimieron tres de las 23 unidades judiciales (excluidas las especiales), supuestamente para fortalecer a este centro, pero sin inyectar recursos nuevos, con la lacónica conclusión que «se desvistió a un santo para vestir a otro», y así, empeorar el servicio. También es verdad que el sistema web de denuncias ha demostrado su utilidad, pero está limitado a los delitos con autores ignorados. No obstante, las quejas también se refieren a las demoras para cargar escritos en el Registro Interno (SAC), en las pericias a celulares recuperados que no pueden ser devueltos a sus propietarios, y a los desbordados equipos de psiquiatras y psicólogos que no dan abasto con las pericias requeridas, entre otras cuestiones.

El diagnóstico pareciera estar claro, y tal vez la feria de verano sirva para reorganizar y fortalecer con recursos nuevos un servicio que por estos días «hace agua y deja mucho que desear».

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