Muertes negadas

El ojo de Horus

Muertes negadas

Muertes negadas

Entre los defectos al menos de una parte importante de nuestra sociedad se puede considerar la falta de compromiso con cuestiones del bien general y colectivo. El viejo «no te metas» sigue teniendo plena vigencia, y forma parte de la idiosincrasia argentina, así como el ventajismo y otras miserias. Será por eso que estamos raquíticos con la consciencia social y seguimos cultivando la queja como una religión, convencidos que los malos y equivocados son siempre los otros.

Esta cuestión se puede ver en la tremenda lucha que llevan adelante las familias de las víctimas de los siniestros viales. La semana pasada, Walter Santillán fue condenado a 3 años de prisión por arrollar y matar a Rubén Siwinsky, quien había bajado de su auto para repararlo. Santillán manejaba una camioneta en zig zag y se dio a la fuga luego de chocar a la víctima, quien era padre de cuatro hijos.

El lunes último se inició otro juicio por la muerte de Luciano Gassman, de solo 16 años. El acusado, Gonzalo Soria, lo chocó en Río Segundo en diciembre de 2020. Luciano caminaba junto a otros jóvenes y Soria, manejando a 119 km/h y con 2,4 g de alcohol en sangre, lo embistió para huir a toda velocidad. Lo increíble es que llegó a su casa en Pilar, guardó su auto y se fue a tener relaciones sexuales con una conocida, como si nada hubiera hecho. El fiscal Diego Albornoz no descarta pedir una condena por homicidio simple, más allá que al menos en Córdoba ningún tribunal condenó aún por dolo eventual.

Un caso más conocido, se iniciará el martes 17 en la Cámara Novena. Será por la tragedia de la avenida Circunvalación, con el imputado Alan Amoedo. En aquel siniestro murieron Sol Viñolo, Agustín Burgos y sobrevivió milagrosamente Fernanda Guardia. En este juicio también los querellantes insistirán con una condena por encima de los 8 años de cárcel.

Al margen de estos procesos, la mayoría de los muertos son jóvenes y sus familias quedan destrozadas, luchando como pueden por un poco de justicia. Sin embargo, lejos de disminuir, estos siniestros siguen ocurriendo mientras muchos miran a esta epidemia con una indiferencia asombrosa. ¿Acaso les tiene que pasar a ellos para que se comprometan un poco? Mientras las muertes por crímenes viales sean sentidas como «ajenas», será difícil que nuestros hijos salgan a las calles y rutas con la seguridad de volver. Hoy por hoy, es como si estas muertes no existieran, como si fueran muertes negadas.

Termo

Mucho malestar generó en altas esferas del Poder Judicial, la denuncia penal que presentó el Fiscal General Juan Manuel Delgado, luego de que alguien no identificado le hiciera una rayadura de diez centímetros al capot del auto oficial del Ministerio Público. Presuntamente fue en el estacionamiento interno de Tribunales Uno, aunque las cámaras no mostrarían absolutamente nada, por lo tanto no se puede descartar que haya ocurrido en la vía pública. Según trascendió, no sería la primera vez que le sucede esto a Delgado; pero de ahí a interpretar este daño como un mensaje intimidatorio hay un largo trecho. El conventillo no sólo no suma sino que resta en estos tiempos en los que muchos ciudadanos son víctimas de distintos delitos y a menudo deben hacer largos peregrinajes por las unidades judiciales, por ejemplo, para recuperar un vehículo o una moto robada.

Delgado es el jefe de los fiscales que nunca habla con la prensa para contar cuestiones vinculadas con el cargo que ocupa. No llama la atención entonces, que varios fiscales, muchos de ellos del interior provincial, asuman una conducta similar, de un hermetismo increíble, como si sufrieran una especie de fobia a brindar información responsable a la sociedad; parecen vivirlo como una pesada carga o como si los periodistas que los consultan fueran molestos moscardones a los que hay que espantar lo más rápido posible.

Que la gente y el pueblo puedan sentir que el servicio de justicia no es algo estratosférico también depende de una buena comunicación, materia que algunos funcionarios y fiscales desaprueban todos los días como si no les correspondiera. Aparentemente, les resulta mucho más cómodo vivir en un termo.

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