Nueve millones como mínimo

El ojo de Horus

Nueve millones como mínimo

La Corte Suprema: Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti, Carlos Rozenkrantz y Ricardo Lorenzetti.

El aumento en las dietas que se votaron los senadores nacionales volvió a generar espanto en la opinión pública y no sólo por el monto sino por la forma. A diferencia de tantos trabajadores que desde hace meses sudan la gota gorda para salir de un horripilante sueldo básico, con paritarias aletargadas y sin resolución, los legisladores acordaron un buen aumento en menos de un día, y más allá del circo mediático de algunos «moralistas» que a la hora de la verdad, también aprobaron el proyecto.

Pero mientras esto ocurre con los funcionarios de los poderes Ejecutivo y Legislativo, casi nadie mira para el lado de los jueces de la Corte Suprema de Justicia, que en los últimos días dieron otra nota política, al rechazar dos planteos en contra del Decreto 70/2023, mientras desde la jefatura de Gabinete le siguen autorizando las partidas para los incrementos salariales, en una fascinante demostración de un «toma y daca» que el Ministro de Justicia Cúneo Libarona se encarga de lustrar todos los días.

Más allá de las luchas gremiales de los trabajadores judiciales, muy activos y exitosos a la hora de conseguir las recomposiciones para «no perder frente a la inflación», lo que no deja de hacer ruido son los salarios de Suiza que perciben «los jueces de las alturas», quienes además jamás pagaron el polémico Impuesto de las Ganancias. Como muy poca gente los conoce, y para muchos «la Justicia» pareciera ser otro planeta, entonces salen indemnes del malestar general y de los reproches «a la política». Sólo para tener una referencia, y según la última escala salarial de abril, únicamente de básico, cada uno de los cuatro jueces actuales de la Corte cobraron $ 4.864.556 con 54 centavos; por supuesto, a este monto hay que sumarle la antigüedad, entre otros ítems.

Como se puede apreciar, ni Horacio Rosatti, ni Ricardo Lorenzetti, ni Juan Carlos Maqueda, ni Carlos Rosenkrantz, ni sus familias pasan hambre o carencias. En un país con tantos excluidos, pobres, marginales y hambrientos, lo de estos jueces invisibles es un despropósito, ya que cada mínimo aumento salarial, les reporta otro milloncito para sus bolsillos. Aunque cueste creerlo, hoy cobran cada uno de ellos, nueve millones como mínimo.

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