Paso a paso

El ojo de Horus

Paso a paso

Lenta pero progresivamente el acoso laboral y la violencia de género se van taponando en un embudo salvador que las víctimas tienen a su favor, a diferencia de otros tiempos en los que el machismo y la «vista gorda» prevalecían con absoluta impunidad, no sólo en ámbitos privados sino también en reparticiones públicas en las que el cargo de jefe suele esgrimirse como una carta valiosa para imponerse frente a las potenciales abusadas.

La Justicia Federal de Tucumán condenó a 4 años de prisión y ordenó la inmediata detención domiciliaria (por su estado de salud) de un ex funcionario de la secretaría electoral, Jorge Edmundo Mistretta de 61 años, quien estaba acusado de acosar y abusar de dos empleadas en los años 2013 y 2015. Es la primera condena que recibe, ya que se había jubilado en 2019 por invalidez, y sin haber recibido ninguna sanción de ninguna clase. Vale recordar que aquí, en la Justicia Federal de Córdoba, se registró a mediados de este año el caso del camarista Ignacio Vélez Funes, quien finalmente renunció acusado de propinar malos tratos a dependientes. Lo que no dejó de llamar la atención es que también aparecieron denuncias de viejos hechos que habían quedado ocultas o no se habían formulado, posiblemente por miedo de quienes las sufrieron.

En lo que respecta a Mistretta, una de las trabajadoras afectadas afirmó que le tocó los pechos e intentó besarla. Dijo que afortunadamente logró reaccionar a pesar del estupor ante alguien a quien consideraba una buena persona y en una relación similar a la de un padre con una hija. La otra denunciante, aseguró que Mistretta le hacía comentarios sexuales groseros e intentaba tocarla, sabiendo que ella necesitaba del sueldo para mantener a sus tres hijos. Agregó que el tratamiento desubicado era con la mayoría de las mujeres, a veces disfrazado de chistes de mal gusto.

Mistretta fue condenado además a reparar económicamente a estas mujeres y a realizar un curso de capacitación con perspectiva de género. Por supuesto, el «escrache» mediático y social siempre ayuda a exponer a estos abusadores y darles su merecido. El progreso en el juzgamiento de estas conductas perversas y repudiables, en tanto, contribuye a desterrarlas y castigarlas como corresponde. No es fácil, pero sí es posible. Paso a paso.

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