Peor que en las películas de cowboys

El ojo de Horus

Peor que en las películas de cowboys

No es novedad que en nuestra ciudad hay personas que tienen armas y las usan como quien toma un vaso de agua. Lo impactante es que protagonizan hechos tan violentos que espantarían a John Wayne, Clint Eastwood y a todos aquellos pistoleros que en el lejano oeste desenfundaban y gatillaban a una velocidad supersónica. En los próximos días, la Cámara Octava del Crimen, muy posiblemente condenará a seis acusados por una balacera infernal que terminó con dos muertos y algunos heridos en barrio Lamadrid.

Esta tragedia tuvo como participantes a miembros de dos familias unidas en parentesco pero enfrentadas por cuestiones que sólo ellos sabían: los Carreras y los Ceballos. El trágico hecho que ahora se está juzgando sucedió durante la madrugada del 12 de julio de 2020, cuando Hugo Ceballos fue munido de una cuchilla al golpear la puerta de la casa de su cuñado, Pablo Carreras, y de su hermana y mujer de Pablo, Carolina Ceballos. Hugo rompió un vidrio de una puerta y Pablo agarró una pistola 9 milímetros y le disparó hasta matarlo. Pero además, con esa misma arma, hirió en una pierna a su mujer Carolina. Al escuchar los tiros, rápidamente Julio y Gustavo Carreras – conocidos bajos los apodos «el Peladito” y “Chucky»- agarraron sus armas y se parapetaron en el techo de la casa de su hermano Pablo y empezaron a tirar como si fueran del Grupo SWAT. Fue en esa circunstancia que mataron de un disparo en el pecho a Soledad Figueroa, cuñada del ya muerto Hugo Ceballos. Cuando lo peor había pasado, apareció otro hermano Carreras, Brian, quien escopeta en mano gritó «Mátenlos a todos… a todos», mientras apuntaba temerariamente contra integrantes de la familia Ceballos que estaban azorados ante semejante barbarie.

Así las cosas, los hermanos Pablo, Julio y Gustavo recibirían importantes condenas por homicidio agravado por el uso de arma de fuego. Otros tres imputados, Brian Carreras, Sebastián Peralta y Roberto Monjes serían condenados, en cambio, por amenazas y abuso de armas.

Cuando la vida vale poco, y las broncas mandan, pueden ocurrir tragedias tan horribles como esta en barrio Lamadrid. A casi tres años de sucedidos los hechos, no hay arrepentimientos y todavía se cuentan las vainas servidas. Como dijo el fiscal acusador, Hugo Almirón, lo que hicieron fue peor que en las películas de cowboys.

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