Un perfecto asesino

El ojo de Horus

Un perfecto asesino

El femicidio de Milagros Bottone cometido por su padre Ricardo Rafael, quien además golpeó a su ex esposa y madre de la víctima, Mercedes Martínez, no sólo provocó una tremenda conmoción en Alta Córdoba y en el resto de la sociedad. Pero además, cacheteó al Poder Judicial que, es justo reconocerlo, a través de las seis fiscalías de Violencia Familiar que funcionan, ha logrado importantes progresos en la lucha contra este flagelo en los últimos años y que, sin embargo, lejos de amilanarse, pareciera mantenerse e incluso aumentar, con casos cada vez más espantosos y propios del cine de terror.

Ahora bien, el crimen de Milagros ¿era evitable?, ¿hay culpables? ¿Fue culpa de la Justicia?, ¿los funcionarios no dimensionaron la peligrosidad de Bottone? Son algunas de las tantas preguntas que se mantuvieron suspendidas en el aire estos últimos días, en medio de declaraciones emocionales y cargadas de dolor de la sobreviviente y sus otras dos hijas. Mercedes aseveró: «Nadie nos escuchó ni cuidó. Este sistema no sirve. Hice todas las denuncias pero no sirvieron de nada». En los registros judiciales, constan tres denuncias: dos del año 2021, por maltrato económico y desobediencia a la restricción de acercamiento, y una de 2022 que fue presentada por Milagros por amenazas. ¿Qué tuviese que haber hecho la fiscalía a cargo?, ¿haberle puesto una tobillera?, ¿ordenar la detención de Bottone y mantenerlo encerrado en Bouwer por siempre? Las imputaciones eran por desobediencia y amenazas, y Bottone ni siquiera había sido juzgado, por lo tanto, una eventual detención, que nunca se produjo, muy probablemente iba a ser por unos pocos días.

El trasfondo es complejo porque se entremezcla la historia de esta familia, el machismo imperante en la conservadora sociedad cordobesa, las falencias del Poder Judicial, la falta de coordinación entre las áreas e instituciones actuantes, la escasez de acciones preventivas desde el Estado y los contradictorios mensajes mediáticos de periodistas que de la noche a la mañana se convierten en fiscales y especialistas en violencia de género.

La discusión está muy abierta y como siempre, es contrarreloj. Lo cierto es que, como dijo un perito psicólogo con muchos años en la atención «en crisis», cuando un criminal tomó la decisión de matar y matarse, es difícil anticiparlo y evitar el trágico desenlace. Desde esa mirada, Ricardo Bottone bien podría entrar en la categoría de «perfecto asesino».

Salir de la versión móvil