Una pesadilla

El ojo de Horus

Una pesadilla

Hay historias que involucran al Poder Judicial que son más dramáticas que tenerlo a Chucky compartiendo la mesa familiar. Mientras la ley no sea pareja para todas y todos, y mientras haya procesos tan extensos y más lentos que una tortuga, entonces seguirán existiendo experiencias traumáticas difíciles de ser digeridas en un estado de derecho.

En el norte provincial, hace alrededor de veinte años, la abuela de los hermanos Granado les contó que ella era hija de un fallecido hacendado llamado Ramón Oliva u Oliba, dueño de muchas tierras allá por el año 1860. Como la versión era creíble, iniciaron una declaratoria de herederos que concluyó con resultado favorable y que los habilitó a pedir una participación en esas propiedades que pertenecerían a las familias Fragueiro y Lazcano. En ese momento comenzó el calvario.

Los actuales dueños contragolpearon y denunciaron en el año 2008 a los Granado por tentativa de estafa procesal aduciendo que habían presentado un documento público falso, tramitado en la Prelatura de Deán Funes. La primera investigación fue en la Justicia Federal, que la derivó al fiscal Mana de la Justicia provincial. Si bien Mana descartó cualquier delito, la resolución fue apelada para que sea revisada por el juez de control Lescano, quien discrepó con el fiscal y por eso la causa fue a la Cámara de Acusación. De allí, y mientras el tiempo transcurría, pasó a Delitos Complejos y nuevamente a Control. En esa instancia se dictó el sobreseimiento de los Granado, pero los querellantes Fragueiro apelaron ante la Cámara de Acusación que insistió con la ampliación de la investigación. Todo ese tormentoso recorrido fue, teóricamente, para probar un supuesto «raspado» en un certificado extendido por el obispo prelado Aurelio Khun. Finalmente, ¡y después de catorce años! , hace algunos días confirmaron el sobreseimiento total para los Granado, que sin embargo aún sufren embargos millonarios porque les quieren hacer pagar los gastos del entuerto.

La moraleja es muy triste: «Si alguna vez, alguna abuela de la familia, te cuenta sobre algún parentesco con algún estanciero o de alguna herencia millonaria, no le hagas caso. Cambiá rápido de tema y, de última, pensá que la nona está delirando». De lo contrario, te puede pasar lo mismo que a los Granado, quienes, por osar reclamar algo que creían justo todavía no pueden escapar de una pesadilla.

Los magníficos de Guachín

Como en la mayoría de las cosas de la vida, los opuestos son una referencia ineludible: entre la belleza y la fealdad, lo organizado y lo improvisado, lo talentoso y lo ordinario, sólo para mencionar algunos. Por supuesto, esta misma regla se puede usar incluso para tratar a delincuentes de «bagallos» o de «muy picantes». Hace algunos meses, en un operativo llamado Pandora, se desarticuló una banda de ladrones fundamentalmente de neumáticos de autos, también de vehículos, o cosas que estaban en el interior de los mismos en playas de estacionamiento de hoteles, supermercados y lugares de vacaciones. Los robos fueron cometidos entre febrero y junio de este año, no solo en nuestra ciudad sino también en Villa Carlos Paz, Los Reartes, Villa General Belgrano, Jesús María, Colonia Caroya, Villa de Pocho y San Antonio de Arredondo. Son ocho los jóvenes detenidos, casi todos «maestros» en el manejo de pinches, ganzúas e inhibidores. Pero también muy eficientes para «enfriar» lo robado y su posterior comercialización.

Todos los acusados estaban perfectamente coordinados por José Omar Villa, conocido como Guachín y de solo 23 años. Integraban esta organización además el padre de Guachín, Carlos Cesar Villa, la novia Yanina Elizabeth Janeck, Carlos «Pelado» Galván, Sergio Alberto «Fachero» Quevedo, Marcos «Humilde» Maldonado, Sergio Ezequiel Quevedo y Carlos «QAP» Vidal. Todavía hoy, el fiscal Rubén Caro y los investigadores, no dejan de sorprenderse por la prolijidad y la planificación con la que «trabajaban» estos malechores, con roles definidos y capitaneados por Villa con la inestimable ayuda de su novia Yanina, como lupa y nexo con cada uno de los integrantes de esta banda. Hasta tenían una gomería propia, «Eze Neumáticos» en avenida Don Bosco al 4100 de barrio Las Palmas, en la vendían las llantas y las gomas robadas.

Con la causa judicial concluida, y con eventuales condenas de entre 3 y 10 años de cárcel cuando sean juzgados, estos imputados nos hacen recordar la exitosa serie norteamericana de los 80 llamada Los Magníficos o Brigada A, integrada por desertores de la Guerra de Vietnam y liderados por el coronel Hannibal Smith (George Peppard). Dispuestos a todo, no se achicaban ante nada y quedaban complacidos cuando los planes se concretaban. Salvando las distancias, estos malandras cordobeses bien podrían ser llamados entonces «Los Magníficos de Guachín».

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