La Arabia Saudita de Milei

Tras la caída y regreso a comisión de la Ley ómnibus, la incertidumbre domina por estas horas el escenario de la política nacional. Y Córdoba no es la excepción

La Arabia Saudita de Milei

Por Ernesto Kaplan

De nuestra Redacción

 El principal interrogante a dilucidar gira en torno al modo en que las provincias afrontarán en los próximos meses la profundización de una crisis económica y social heredada de la gestión anterior. Si bien numerosos actores le adjudican a Javier Milei su primera gran derrota desde que asumió la Presidencia, hace dos meses, no habría que descartar la hipótesis de que el reciente traspié legislativo haya sido planificado por los actuales inquilinos de la Casa Rosada.

La carencia de diálogo y sensatez que se le reprocha –con justa razón- al ala dura libertaria, que a través del mandatario salió a disparar con munición gruesa contra la falta de apoyos de los diputados y gobernadores “dialoguistas” a lo que -entienden- es una refundación del país, en realidad puede ser interpretada como una estrategia tendiente a consolidar un esquema de poder más viejo que la escarapela: se trata de la lógica de quien posee el sable en una mano y la chequera en la otra. Así se comportó la monarquía saudita desde que encontró en el árido subsuelo de la península arábiga el mayor depósito de riqueza mineral del mundo.

La política del látigo y la chequera fue fundamental para la estabilidad de Arabia Saudita durante la primavera árabe de 2011, cuando miles de jóvenes fueron a las cárceles y multitud de manifestaciones por las redes sociales fueron desarticuladas antes de que reunieran a más de 100 personas. Cualquier similitud con el protocolo anti piquetes de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, no es una mera coincidencia.

 

Amenazas inquietantes

Ya lo dejó en claro Milei: el enemigo es la casta. Y en ese universo moldeable entran los “traidores” que no acompañaron con su voto la aprobación en particular de la ley Bases. Entonces, la vuelta a foja cero en el Congreso de la pieza fundacional de La Libertad Avanza viene acompañada de inquietantes fuegos artificiales, entre los que se encuentran la sobreactuada furia del jefe del Estado, que incluye la amenaza de despedir al titular de la Anses, el cordobés Osvaldo Giordano. En esa verdadera caja de Pandora asoma también la posibilidad de llamar a un plebiscito o adoptar medidas de fondo –vía DNU- eludiendo los resortes naturales de la democracia; y hasta la presentación de un proyecto que pretende derogar la vigente ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).

En todos los casos, el oficialismo busca realimentar la grieta que tan buenos resultados le proporcionó durante la campaña con miras al ballottage presidencial del año pasado. En forma complementaria, Milei interrumpe la búsqueda de consensos con los opositores más cercanos, bajo el convencimiento de que la siempre seductora e inagotable chequera del poder central terminará por doblegar la actitud “rebelde” de los mandatarios provinciales que resisten los cambios de raíz.

El ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, lo dejó en claro esta semana, cuando destacó que la caída en desgracia de la Ley ómnibus no va a interrumpir el programa orientado a lograr el equilibrio financiero. En ese sentido, el encumbrado funcionario cuestionó a quienes pretenden conservar “kioscos” en el Estado. Pero lo que evitó mencionar fue su responsabilidad en la derrota de LLA en la Cámara baja, cuando, días atrás, anunció que retiraba el paquete fiscal precisamente porque no quería arreglar los términos del ajuste con los gobernadores y los bloques aliados.

Por tales motivos, cabe preguntarse qué ocurrirá en los próximos días. Si a su retorno de Israel Milei prioriza la sensatez, debería aguardar al inicio de las sesiones ordinarias para lanzar una serie acotada de proyectos, con temas puntuales tales como la elaboración de un nuevo pacto fiscal, tan necesario para las jurisdicciones como Córdoba. Con los tiempos y reglas propias del Congreso, es decir apelando a las necesarias discusiones en comisiones.

 

Las necesidades de Llaryora

El gobernador Martín Llaryora está convencido de que el vínculo institucional con las autoridades nacionales se puede reencauzar, para darle impulso a otro proyecto de Ley ómnibus que salga del diálogo con todos los mandatarios provinciales. La intención -compartida por el mandamás del Centro Cívico y sus pares de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, y de Entre Ríos, Rogelio Frigerio- es asegurarse alguna fuente de financiamiento que les permita surfear una crisis que se percibe profunda y duradera. Sobre todo si se tienen en cuenta estos datos duros de la realidad: la casi eliminación del impuesto a las Ganancias; el freno en el envío de partidas discrecionales a las provincias; y el fuerte recorte en la coparticipación federal.

Por ello, los líderes de la Región Centro insistirán en solicitar que se coparticipe el Impuesto País. En 2023, si el 30% de dicho tributo se hubiera distribuido en forma equitativa entre todas las provincias, a Córdoba le correspondían $ 38.845 millones, pero apenas le ingresaron menos de $ 1.000 millones. Y durante los dos primeros meses del mandato de Milei, no entró un solo peso por ese concepto.

Sin un acuerdo que asome en el horizonte, el principal problema de Llaryora es la cobertura del déficit previsional de Córdoba, que se traduce en $ 251.000 millones en virtud de los sucesivos incumplimientos por parte de la Anses. De acuerdo con las cifras que se manejan en El Panal, la Nación sólo aporta el 20% de lo prometido para la Caja de Jubilaciones y, si no existen cambios por delante, estiman que el “rojo” crecerá un 150% durante el 2024. Actualizada al 31 de octubre del año pasado, la deuda de Anses con la Provincia, por el período 2020-2023, ascendió a unos $ 239.000 millones. Esta situación derivó en que el Gobernador decidiera disponer dos medidas antipáticas: la renegociación de la paritaria con los gremios estatales atada a una recaudación en baja; y un aumento de los aportes personales a los empleados públicos.

Resta saber a qué otros artilugios apelará Llaryora si, en el mediano plazo, no se consigue un entendimiento con el gobierno nacional. ¿Podrá resistir con recursos propios y apostando por un diálogo que parece lejano? ¿O tendrá que claudicar ante la reciclada receta saudita?

 

 

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