Legislatura, sin margen para el error

Por Pedro D. Allende

Legislatura, sin margen para el error

Con la misma puntualidad que en el film “Los martes, orquídeas” (Francisco Mugica, 1941) la inolvidable Elenita (una adolescente Mirta Legrand) recibía el ramo de flores violetas que el saber popular equiparó al amor y el respeto, la Legislatura sesiona todos los miércoles, once meses al año: desde febrero a diciembre, con un breve receso invernal. Arrancó bicameral en 1983, llegó a contar con 133 escaños en total, y se recortó en 2001 a un cuerpo de 70 bancas, reforma constitucional mediante, anticipada por una consulta popular que rotundamente lo validó.

La “Unicameral” es unos de los íconos señalados para testimoniar los siete mandatos consecutivos del peronismo “cordobesista”. Dos de sus titulares fueron gobernadores (Schiaretti y Llaryora), a veces delegando importantes funciones en presidentes provisorios de alto perfil, como Herman Olivero, Carlos Alessandri u Oscar González. Entre sus bancas y estrados mayores, desfilaron grandes nombres del oficialismo provincial. Además de los nombrados, el paso como vicegobernadores de Alicia Pregno, Héctor Campana y Manuel Calvo; como legisladores, Carlos Massei, Domingo Carbonetti, Evelina Feraudo, Sergio Busso, Daniel Passerini, Alejandra Vigo, José Tanus Rufeil, Carlos Gutiérrez, Francisco Fortuna o Julián López tuvieron a su tiempo importantes responsabilidades como “espadas”, animando grandes debates frente a opositores como Miguel Nicolás, Benigno Rins, Aurelio Garcìa Elorrio, Liliana Olivero, Roberto Birri, Ana Dressino, Eduardo Salas, Rodrigo de Loredo, Liliana Montero o Juan Pablo Quinteros (los dos últimos, hoy fervorosos integrantes del “Partido Cordobés”). De un lado y del otro son muchos más, pero el espacio es tirano.

Además, la legislatura cordobesista, a la usanza de las mejores épocas del Congreso Nacional, integró entre sus cuatro secretarías y prosecretarías a Mabel Deppeler, Gustavo Núñez, Sofanor Novillo Corvalán (también legislador), Fredy Horacio Daniele, José “Pepe” Ortega, o Guillermo Arias (un “decano”, todavía en funciones), funcionarios todoterreno que salvaron las papas en más de una jornada difícil.

Incertidumbre

Pero no todas fueron orquídeas. Hubo miércoles para el olvido, donde la obligación por mostrarse “trabajando” llevó a los legisladores oficialistas a someter a votación proyectos rayanos en el ridículo, o enredarse en eternas discusiones con la oposición que, finalmente, desprestigiaron a todos. En la actualidad, hay riesgo de que aquella tradición semanal se quiebre por acción y efecto de la política doméstica (y su nueva relación con los avatares nacionales).

Tras la amplia mayoría lograda en el período 2019-2023 (51 bancas), se precipitó -paradójicamente- la decadencia oficialista. Los numerosos suplentes completando mandatos de titulares migrados al Ejecutivo; las ruidosas separaciones de los legisladores González y Serrano; la pobre faena legislativa del bloque conducido por “Fran” Fortuna (aquejado por el internismo); la mediocridad opositora (la innegable cooptación de algunos, la caprichosa queja sin propuestas de otros); más la emigración, por jubilaciones o hastío, de secretarios y prosecretarios clave, hicieron de la Legislatura presidida por “Manu” Calvo una de la más flojas desde 1983 (comparable a la última del “Pocho” Angeloz, 1991-1995). “Algunos le echan la culpa a la pandemia, pero la verdad es que el tercer período de Schiaretti fue malo en muchos planos institucionales, y ese desplome pegó con fuerza en la Legislatura” señala un baqueano de los pasillos legislativos.

A la hora de conformar las listas para el período 2023-2027, se acataron las reformas establecidas por la ley 10.406, que limita la reelección consecutiva a un período (lo mismo para otros cargos electivos como intendentes, concejales o tribunos de cuentas). Ello vedó la posibilidad a muchos veteranos, abriendo una rotación, con ex intendentes hoy integrando el cuerpo: entre los peronistas, Facundo Torres (presidente provisorio), Gustavo Tévez, Ramón Flores, Enrique Rébora o Marcelo Eslava. En los diez bloques opositores (varios unipersonales) aparecen otros: el kirchnerista Federico Alessandri, el macrista Oscar Tamis y los radicales Oscar Saliba (vicepresidente segundo), Víctor Molina, Atilio Carignano o Carlos Briner.

Sin perjuicio de las nuevas caras (no tan nuevas), hay legisladores que repiten o retornan. En el oficialismo, sobresale Nadia Fernández (vicepresidenta de la Cámara), pero se suman Juan José Blangino, Victoria Busso, Julieta Rinaldi, Mariano Lorenzo, Ricardo Sosa, Leonardo Limia o Matías Chamorro; en los diferentes bloques opositores, aparecen los radicales Daniela Gudiño o el pintoresco Miguel Nicolás; el vecinalista Rodrigo Agrelo; Dante Rossi; Daniel Juez (vicepresidente primero) en el Frente Cívico; o Luciana Echevarría en el MST. Entre los “novatos”, surgen Bernardo Knipscheer, Verónica Navarro y Miguel Siciliano, todos con trayectoria previa en funciones municipales. El ex secretario de Gobierno municipal no encuentra -se murmura- el pulso exacto para conducir el bloque de Hacemos por Córdoba. Los veteranos le imponen la experiencia. Llaryora le estaría haciendo sentir (comentan) la distancia.

Si sumamos al libertario Agustín Spaccesi; el “lilito” Gregorio González Maqueda; la radical Graciela Bissotto; o el juecista Walter Nostrala, se visibiliza una Legislatura de políticos expertos. Sus dos bloques más importantes, como en los envidos más electrizantes, empardan en 33. La vicegobernadora Myriam Prunotto debió desempatar varias votaciones en diciembre.

Los últimos sucesos alteran aún más la coyuntura. El sopapo que Milei aplicó al cordobesismo, echando a Osvaldo Giordano de la Anses (respondiendo a los cacareos y voto en contra de la fallida Ley ómnibus de su esposa, la diputada Alejandra Torres), ¿cómo impacta en la actuación del bloque unipersonal libertario (al que los peronistas, en diciembre, presumían cercano)? Por otra parte, aquella reticencia a contener al díscolo Alessandri (decían los llaryoristas: “suplicará para sumarse”), ¿se sostendrá? Además, ¿se mantendrá a rajatabla, la sesión de cada miércoles? ¿Se reducirán las reuniones periódicas (como ocurre en muchas provincias)? ¿O se convocará cuando no quede otra, como hacen el Congreso de la Nación y muchos poderes legislativos locales?

Sea cual fuere la estrategia, la hora demanda madurez. La ciudadanía cordobesa, como aquella ilusa Elenita, aguardará cada semana, su ramo de orquídeas. Y, se sabe: la paciencia no es eterna.

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