La niña santa

La niña santa

María Alché visita Córdoba para coordinar el taller Cortópolis en Acción, del Festival Latinoamericano de Cortometrajes. La directora de “Familia sumergida”, actriz de “La niña santa” y “La tierra tendrá dos soles”, estará presente en el foro dedicado a su obra, que incluye los cortometrajes “Gulliver”, “Noelia”, “Invierno 3025” y “¿Quién se metió con Mayra?”.

Para entrar a la ciudad de los cortos tuvo que responder a una lista de preguntas y mostrar certificado de buena conducta.

HOY DÍA CÓRDOBA (HDC): La propuesta del taller Cortópolis en Acción busca “filmar, escribir, experimentar y pensar sobre escenas”, ¿cómo se piensa una escena? ¿por qué partir de una escena y no de una historia o concepto? ¿podés contarnos un poco más la propuesta del taller?

María Alché (MA): El taller es de carácter experimental, quizás el uso de la palabra ¨escena¨ tiene que ver con liberarse de la necesidad de contar una historia completa y ver cómo se puede construir un fragmento de algo, a lo que quizás después se le puede dar continuidad. Lo pensamos de este modo, ya que va a ser un encuentro breve de tres días y nos pareció lo mejor como punto de partida de creaciones, investigaciones, fragmentos de películas, inspiración para otras cosas, etc.

La idea es partir de algunos elementos como condicionamientos, y ver qué surge a partir de allí. Tomaremos como punto de partida textos de literatura, biología, fotografías, objetos y ejercicios de escritura. El encuentro entre los materiales, la propuesta y la singularidad de los alumnos y actores, van a ser parte del desafío.

HDC: En Fallas dirigís y actuás, ¿cómo fue ese cruce?
MA: Venía de terminar la ENERC, donde todas las experiencias de dirección involucraban demasiada gente y se volvían a veces poco íntimas para la prueba. Estaba buscando pensar en algo que me permitiera experimentar sin la presión del tiempo e ir descubriendo los universos que quería narrar. Me interesa mucho la fotografía y sus usos, y empecé a experimentar con ese archivo de diapositivas de los años 60, 70 y 80. Me interesaban esas imágenes y naturalmente se fue dando el proceso de incluirme en ellas, y ver de qué modo hacerlo. Pasar muchas horas en la oscuridad de la proyección, probando poses, vestuarios, gestos, me trajo una confianza en la persistencia.
Hacia el final, pasé muchas horas retocándolas en (el programa) Photoshop, creo que habré dedicado 40 horas a cada foto. Tuve la sensación que por un tiempo no quería volver a actuar y dirigir a la vez, pero hacerlo ahí fue un descubrimiento.

HDC: ¿Cómo es la experiencia de dirigir a tantos/as actores/actrices hablando en escena?
MA: Me gusta mucho, siento confianza en las escenas colectivas, tengo paciencia para ir delimitando la participación de cada uno, y abierta a lo que va ocurriendo. Me gusta porque son días vertiginosos, cansadores, donde todo se puede desmadrar… a veces son un desafío grande, la energía de muchos actores juntos se va potenciando y si hay buena alquimia, algo empieza a ocurrir que es muy hermoso. Paradójicamente, me siento más capaz de dirigir una escena con muchos actores que una con solo dos personajes. No sé por qué. Me siento protegida en la multiplicidad de acciones, y me parece que lo más difícil es poder hacer bien un diálogo entre dos personas.

HDC: Tus creaciones inician con situaciones cotidianas que son interrumpidas por una dimensión metafísica o “pensamiento mágico” según Didion, ¿aquí es donde las preguntas existenciales y tus estudios en la Facultad de Filosofía se asoman en el cine?
MA: Quizás por un deseo o convicción de que la fantasía habla mejor de la realidad que la realidad misma. Creo que para dar cuenta de algunas emociones, siempre a lo largo de la historia el arte de la humanidad ha recurrido a invenciones, a imágenes. Los mitos, los cuentos, los mundos inventados, permiten dar cuenta de algo del mundo, y acompañar a los humanos en su comprensión de lo que los rodea. Me gustan los cuentos de niños, los relatos fantásticos y me siento cercana a eso para pensar los elementos de una película. A propósito de tu pregunta, Borges decía que la metafísica era una rama de la ciencia ficción, como un tipo de género fantástico. No pretendo que las películas expliquen el mundo, pero si me gustan las que revelan algún aspecto.

HDC: En tus películas hay una atmósfera enrarecida, ¿cómo lo trabajaron en la composición sonora? Y me atrevo a preguntar, ¿qué tan cierto es ese mito que la fotógrafa Hélène Louvart colocó una media transparente en la cámara para que la imagen fuera más difusa?
MA: Hicimos el sonido con Julia Huberman, con quien ya habíamos trabajado en algunos cortometrajes. Trabajamos mucho en reuniones leyendo el guión, e incorporando la dimensión sonora en esa etapa de escritura, lo cual fue muy útil. Pensamos en elementos que nos servían, sonidos para las escenas, acciones para los personajes. Aparecieron muchas ideas en esta etapa, o más bien las que estaban se fueron sistematizando en distintas líneas de sonidos: las telas, las cortinas, unas rugosas, otras pesadas. Los sonidos de naturaleza, bichitos, electricidad, los teléfonos de la casa, fuimos acopiando esos materiales e inventando muchos sonidos. Julia es muy creativa y tiene muchas ideas así que fue interesante esta primera etapa. En la postproducción trabajamos de una manera muy artesanal, haciendo nosotras mismas foley de algunas cosas, y armando las bandas sonoras con mucha prueba, e incorporando la música que compuso Luciano Azzigotti.

Con respecto a la imagen Helen Louvart quería darle a la imagen algo analógico, fantasmático por momentos y trajo la idea de utilizar una media delante de cámara, para lo cual hicimos varias pruebas, con distintos tipos de medias, y la que terminó funcionando fue una media cocot!

Estuvo muy bien, sobre todo porque ella es muy artesanal en sus formas de iluminar con pedacitos de gelatinas de colores aquí y allá y también en su delicadeza para hacer la corrección de color con la que se terminó de armar la imagen.

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