Michel Houellebecq siempre desata polémica. La provoca. Suelen compararlo con escritores como Balzac y Zola, por su capacidad para retratar los problemas más desesperantes de su tiempo. El autor de novelas como Plataforma”, Sumisión” y Las particulares elementales”, aclamado por la crítica y los lectores, ha publicado recientemente un libro de ensayos.
«Interventions 2020” (editorial Flammarion) es un libro de 450 páginas donde Houellebecq comunica pensamientos y opiniones”, pero aclara en la contratapa que no volverá a suceder: «Con eso no prometo en absoluto dejar de pensar, pero al menos sí dejaré de compartir mis pensamientos y opiniones en público». Sin embargo, hay una excepción: en emergencias morales graves como, por ejemplo, la legalización de la eutanasia. Solo en ese tipo de debates puede volver a la arena pública para dar sus puntos de vista. Eso sí, seguirá escribiendo novelas, dice.
El libro reúne artículos, entrevistas y ensayos de sus últimas tres décadas. Según el autor, el 45 por ciento de lo que contiene el libro es totalmente desconocido.
Sus comentarios siempre son provocativos. El francés, de 64 años, se opone a la legalización de la eutanasia y más de una vez ha felicitado a los estadounidenses por su presidente, Donald Trump.
Su literatura se hizo internacionalmente conocida con Sumisión”, donde traduce a las letras ficcionales un tema muy sensible: la supuesta islamización de Occidente.
Galardonado con el premio Goncourt -uno de los más codiciados de Francia- y condecorado con la Legión de Honor por el actual presidente francés, Emmanuel Macron, se agita contra Europa y se opone a las sociedades multiculturales. Si bien este nuevo libro desnuda a un Houellebecq más derechista que nunca, también aparece más fuertemente una sensibilidad en cuestiones morales y religiosas.
Con respecto a la eutanasia, para Houellebecq es «nuestro deber» brindar a estos pacientes las mejores condiciones de vida posibles, incluso si su estado vegetativo se considera irreversible. Hoy hay alrededor de 1.500 pacientes en coma vegetativo en Francia; el autor se pregunta por qué parte de la sociedad quiere eliminar lo indeseable”.
La admiración hiperbórea
Está fascinado por Trump: felicita continuamente a los estadounidenses por haber elegido a Donald Trump para liderar su país en la anterior legislatura. ¿Por qué? Entre otras cosas porque ambos, Houellebecq y Trump, están en contra de la construcción europea y, en consecuencia, apoyan el Brexit.
No hay un lenguaje común, ni valores comunes en la Unión Europea, dice el francés: Europa no existe, nunca formará un pueblo y no es el faro de una posible democracia.
Y lo que valora de Trump es que no ve la libertad del comercio mundial como la medida de todas las cosas. Si el libre comercio sirve a los intereses del país, Trump está a favor; si no, se volcará hacia el proteccionismo, las regulaciones arancelarias y las cuotas de importación. Y eso, para el pueblo norteamericano es bueno, según el escritor galo. Ahora bien, en lo personal Houellebecq encuentra bastante repugnante al presidente-empresario. «Un tipo honesto y moral hubiera sido mejor para Estados Unidos», escribió.
La piedra en el zapato: el islam
Sus críticas constantes contra la religión musulmana le han llevado a los Tribunales, y ha recibido serias amenazas. El islam, a fin de cuentas, es la religión más tonta”, declaró una vez.
Es en ese plano religioso donde el escritor, nacido en el ultramar francés, machaca con mayor profundidad. Su crítica al neoliberalismo, al individualismo y al hedonismo contemporáneo es parte de su reflexión habitual: «Hay un absoluto moral que es independiente de las religiones y que es superior a ellas».
Se define como conservador. En sus novelas ha expresado hasta el cansancio su crítica a la sociedad globalizada y orientada al progreso, en las que sus protagonistas encarnan una cosmovisión que, a menudo, es criticada como misógina, homofóbica y xenófoba.
Más allá de la disparidad de los artículos que recoge el libro, Interventions 2020” nos permite mirar dentro de un escritor cuya improbable aura fascina, incluso, a las filas de la izquierda, que quisieran odiarlo.
Houellebecq es un signo de los tiempos y se presenta aquí tan desilusionado como agudo.