Pablo Jaurena, sólo bandoneón

Por Leandro Calle

Pablo Jaurena, sólo bandoneón

“Retrato del aire”, es el nuevo CD de Pablo Jaurena, bandoneonista y arreglador. Una verdadera apuesta musical con nivel de excelencia.

Oriundo de Río Tercero, Córdoba, Pablo Jaurena estudió bandoneón con el maestro Julio Pane; integró diversas formaciones musicales, entre las cuales se destaca el trío MJC, junto a Jorge Martínez (piano) y Mauro Civattini (vientos). En el año 2010 fue nombrado director artístico de la Orquesta de Tango de la Red de Escuelas de Música de Medellín, Colombia.

Raúl Garello, Hilda Herrera, Rodolfo Mederos, Osvaldo Piro, son algunos de los prestigiosos nombres que se asocian con el sonido de su bandoneón, ya sea por haber estudiado o tocado junto o bajo la conducción de alguno de ellos.

Hablamos, sí, de uno de los grandes bandoneones actuales de la música popular argentina. El disco que acaba de salir (y puede escucharse, a su vez, por varias plataformas digitales) tiene una particularidad fundamental: solos de bandoneón. Los climas que crea Pablo Jaurena, los arreglos (que en muchos de los casos son propios) generan un resultado musical imperdible para los oyentes de la música popular argentina.

Es un disco de honduras. Requiere un oyente comprometido con la música. Este disco llega en estos momentos en los que transitamos por caminos culturales, vinculados a la masividad sin más, confundiéndola con lo popular; en este clima de deforestación cultural donde el pasatismo se alza como única propuesta a través de la mayoría de los medios masivos de comunicación.

Este nuevo trabajo del bandoneonista cordobés es una manera de constatar que hay un conjunto de músicos argentinos que siguen nutriendo esa huella cultural que siempre caracterizó al desarrollo artístico de nuestro país.

El disco se inicia, casi como una premonición con “Lo que vendrá” de Astor Piazzolla, figura insoslayable para cualquier bandoneonista de tango. El repertorio es variado y, a su vez, incorpora piezas y arreglos del propio Jaurena.

Una composición clásica es “Volver”, de Gardel y Le Pera (en la que hay un antecedente magistral, que es un dúo de bandoneones solos entre Aníbal Troilo y Astor Piazzolla).

Jaurena realiza una interpretación maravillosa de “Volver” en la cual podemos escuchar la misma respiración silenciosa del “fueye” cuando se abre, casi como si escucháramos la respiración del tango, o de Buenos Aires. Este detalle, que puede parecer menor, nos introduce en la intimidad del instrumento, como si estuviéramos allí en un mano a mano.

Hoy, donde muchas veces y más allá de las orquestaciones, pululan agrupaciones musicales que sobreabundan en la percusión, el aumento desmesurado de instrumentos o ruidosas orquestaciones monumentales, es importante recobrar esta dimensión de intimidad. Dimensión que requiere una escucha más profunda y dedicada, pero en la que podemos captar los matices, las coloraturas propias del instrumento, la sutil y vivaz interpretación, hasta notar el ruido de las teclas.

Tal vez, ante tanto ruido de fondo que nos ofrecen emisoras y canales televisivos, “lo que vendrá”, hacia lo que hay que “volver” sea esta dimensión de escucha e intimidad, la raíz honda del tango, su cara a cara con nosotros.

Asimismo encontramos que, dentro del repertorio, Jaurena incluye una zamba de su propia autoría: “Zambita florecida”. Un detalle interesante del repertorio elegido por el artista, porque incluye lo que denominamos comúnmente folklore, pero en realidad podríamos aseverar que todo es “música argentina”, como denominó alguna vez el guitarrista Luis Salinas a uno de sus discos, en donde “entreveraba” tangos, zambas, chacareras y valses.

Un texto de otro gran bandoneonista, Damián Torres, habla del nuevo material. Dice Torres: “Y Pablo Jaurena se pone al hombro, con total soltura y desde un altísimo nivel musical, el arte de la ejecución del bandoneón enfocado en obras de compositores y arregladores fundamentales, incluyendo música de su propia factura. El clamor deslumbrante que emanan las teclas de su fueye no hacen más que garantizar un disfrute total”.

Este reconocimiento fraterno de Damián Torres se entronca también en la tradición de los “fueyeros” cordobeses, que remontan, entre otros nombres, al gran Ciriaco Ortiz y al notable bandoneonista Pedro Martos.

El tango en Córdoba está vivo. Siempre lo estuvo. Lejos de recostarse en el pasado, materiales como el de Jaurena hablan a las claras de que el árbol sigue creciendo y dando frutos.

Estos solos de bandoneón son una obra exquisita. Hay que cerrar los ojos y escuchar cómo respira un fueye que alza vuelo.

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