La historia de Abbas Karimi, el único deportista afgano en Tokio

Nació sin brazos y escapó de Afganistán a los 16 años. En Estados Unidos pudo empezar su carrera en la natación, la que lo llevo a este evento mundial

La historia de Abbas Karimi, el único deportista afgano en Tokio

Los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 darán comienzo este martes en Tokio y se desarrollarán hasta el 5 de septiembre próximo. Contará con la participación de 57 deportistas argentinos.

Tokio albergará los Juegos Paralímpicos por segunda vez en la historia: ya ocurrió en 1964, antes de que ambas modalidades de la cita máxima del deporte se comenzaran a celebrar en las mismas ciudades desde 1988.

Como «gesto de solidaridad» con los atletas afganos que no podrán participar del evento deportivo por la situación de su país, la bandera de Afganistán aparecerá en la ceremonia de inauguración de los Juegos. Será un representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) quien portará la bandera afgana durante el evento de inauguración.

Los organizadores aspiran a que la presencia de la bandera sea «un mensaje de paz» para el resto del mundo, explicó el presidente del Comité Paralímpico Internacional (CPI), Andrew Parsons, en rueda de prensa.

La taekwondista Zakia Khudadadi y el atleta Hossain Rasouli tenían previsto estar en Tokio en representación de Afganistán, pero no podrán hacerlo debido al cierre de los vuelos comerciales del aeropuerto de Kabul y a la compleja situación de seguridad en su país.

Quien sí competirá en Tokio será el nadador Abbas Karimi, nacido en Afganistán pero que competirá bajo la bandera del Equipo Paralímpico de Refugiados debido a que se fue de su país con 16 años.

Karimi nació sin brazos y por su discapacidad tuvo una infancia difícil en Kabul. La situación lo llevó a practicar el kickboxing para tratar de hacerse fuerte y defenderse en el colegio de todas las humillaciones a las que se vio sometido. Pero fue en la natación donde encontró un refugio.

Su hermano construyó una piscina de 25 metros para la comunidad cerca de su casa, en Kabul y fue allí donde Karimi se sumergió en el agua por primera vez.

A los 16 años y sin ningún tipo de esperanza en Afganistán decidió irse del país. Primero a Irán y después Turquía, donde permaneció en diferentes campos de refugiados para menores y empezó a competir en natación.
En 2015, Mike Ivers, un exentrenador de lucha libre, lo vio en un vídeo a través de las redes sociales e hizo todo lo posible por llevarlo a Estados Unidos. Tras la mediación en las largas gestiones del Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU, el país aceptó su entrada.

Allí pudo empezar a dedicarse a la natación y en 2017 ganó la medalla de plata en los 50 metros mariposa, clase S5, en el Campeonato Mundial disputado en México.

Su sueño de participar en el mayor escaparate del deporte paralímpico fue logrado este 2021 tras su constancia, trabajo y fuerza de voluntad en un entrenamiento de seis días a la semana en el Complejo Acuático de Carter, en Fort Lauderdale (Florida).

Integra el Equipo de Refugiados junto con tres sirios (el nadador Ibrahim Al Hussein, la lanzadora Alia Issa y el piragüista Anas Al Khalifa), el taekwondista de Burundi Parfait Hakizimana y el lanzador de disco iraní Shahrad Nasajpour.

Son el segundo equipo que representa a los más de 80 millones de refugiados en el mundo en unos Juegos Paralímpicos y que se amplía a seis miembros después de que en Río solo compitieran dos.

«No voy solo a competir. No me gusta perder. Quiero subir al podium para hacer felices a todos los refugiados del mundo», expresó Karimi.

A su país de origen solo ha vuelto una vez: «Volví en 2019 once días para estar con mi madre porque mi padre había fallecido. Lloré mucho».

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