¿No será mucho ser mujer y keynesiana?

¿No será mucho ser mujer y keynesiana?

“El propósito del estudio de la economía no es adquirir un conjunto de respuestas prefabricadas a las preguntas económicas, sino evitar ser engañados por los economistas”, decía Joan Robinson. No existe, como tal, el premio Nobel de Economía. No estuvo entre los designios de Alfred Nobel. Recién se instituye –aunque se lo reconoce como tal- el llamado Premio en Ciencias Económicas, por parte del Banco de Suecia, al celebrar 300 años de su fundación.

En la edición 2019 han sido galardonados los esposos Esther Duflo (francesa) y Abhijit Banerjee (de origen hindú); junto al norteamericano Michael Kremer, por sus trabajos pioneros en “aliviar la pobreza”. Resalta la academia que el trío ganador “ha introducido nuevos enfoques para obtener respuestas confiables sobre las mejores formas de combatir la pobreza, dividiendo el problema a abordar en cuestiones más puntuales”. El fundamento subraya que “pese a las notables mejoras recientes, uno de los temas más urgentes para la humanidad es la reducción de la pobreza, en todas sus formas”.

¿Sus aportes pueden ser aplicados para solucionar los humillantes índices de pobreza en Argentina? Esto nos lleva a pensar que las estratégicas para reducirla no se pueden gestar desde una óptica reduccionista, como pretenden los teoréticos neoliberales. Éstos sostienen que sólo es posible con el previo éxito macroeconómico, que desbordará riqueza (dígase teoría del derrame, o brotes verdes) sobre franjas de población pauperizadas.

Ante las certeras conclusiones de los premiados –como lo demuestran investigaciones realizadas en India y Kenia– nada mejor que el compromiso de la sociedad civil (por caso, sus ONG) en el diseño de herramientas con la participación directa de los afectados. Así lo señalan los considerandos de quienes fueron premiados ahora: “enfoques más reducidos y precisos son usualmente mejor respondidos entre las personas más afectadas”. Se necesitan trajes a medidas y no cortes de confección uniformes. Son muchos los que han señalado este camino. En “Lo pequeño es hermoso”, publicado en 1973, Ernst Schumacher advierte del suicidio colectivo de una sociedad avasallada por el culto economicista. Plantea una reorientación de los objetivos económicos, poniéndolos a escala humana. Joseph Stiglitz (otro de los ganadores del Nobel, él en 2011) y mentor del Encuentro sobre Economía Social de Mercado convocado por el papa Francisco, en Asís en marzo 2020, al proponer una economía con rostro humano sostiene que “si la globalización sigue siendo conducida como hasta ahora, no sólo fracasará en la promoción del desarrollo, sino que seguirá generando pobreza e inestabilidad.”

Quienes son responsables públicos de políticas sociales deberían advertir cómo desde la ahora llamada “economía del desarrollo” se han detectado resultados exitosos, en herramientas de tutorías, capacitando a millones de niños de India, como el otorgamiento de importantes subsidios a la salud preventiva en muchos países. Al contrario, en Argentina hoy vemos cómo lábiles políticas priorizan el ajuste fiscal, reduciendo el suministro de vacunas y tratando peyorativamente al universo de organizaciones de la economía popular.

Los premios Nobel acordados a mujeres no llegan a un 6%, Esther Duffo es apenas la segunda en obtenerlo en Economía. La primera fue Elinor Ostrom, 2012, en una temática muy vinculada a la desarrollada por la economista francesa: la de recursos compartidos, o bienes comunes. Si bien “una golondrina no hace verano”, lo cierto que ambas Nobel muestran de la sensibilidad femenina en abordar la inescrutable dureza de los paradigmas economicistas. No por casualidad es ignorada Joan Violet Robinson (1903-1983), brillante economista inglesa, discípula de Lord Keynes, quien, ejerciendo un eclecticismo extraído de diversas escuelas, se opuso a las ortodoxias dominantes de la economía de postguerra. Ser keynesiana y mujer fue demasiado para Joan. Por lo menos en los Nobel de Economía se está reconociendo mucho de lo primero (como el discutido Stiglitz) y algo de lo segundo.

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