La trocha es una herida abierta

La autora cordobesa, Nora Pojomovsky, se llevó el segundo galardón del Concurso Internacional de Cuento Marta Brunet por su obra que aborda el tema de “las mujeres migrantes” y que es el germen de su próxima novela

La trocha es una herida abierta

Durante la jornada del miércoles pasado, la Casa de Bello recibió en su Salón de Honor de la Casa Central la ceremonia de premiación de la primera versión del certamen literario. Las ganadoras fueron las escritoras argentinas Valeria Tentoni y Nora Pojomovsky quienes recibieron el galardón como primer y segundo lugar, respectivamente. Además, en el edificio se develó la placa de benefactores de la Universidad de Chile, en donde se incorporó oficialmente el nombre de Marta Brunet.

En diciembre 2021, la Universidad de Chile lanzó la convocatoria para escritoras chilenas, argentinas y uruguayas para participar de la primera versión del Concurso Latinoamericano de Cuentos Marta Brunet. Más de 600 cuentos fueron recibidos por el jurado, quienes emitieron su veredicto otorgando el primer lugar a “Cera de Avispa” de la argentina Valeria Tentoni, y el segundo lugar para “La trocha es una herida abierta” de la autora de 72 años, Nora Pojomovsky.

En ese marco, además de la ceremonia de premiación, se llevó adelante el reconocimiento a la figura de Marta Brunet, segunda mujer en Chile en recibir el Premio Nacional de Literatura. Bajo este mandato, también se realizó lo que definieron las autoridades como “un acto de reparación histórica” al legado de Brunet, quien en 1964 y por disposición testamentaria declaró a la Universidad de Chile como su “heredera universal”. Ante esto, el consejo universitario del plantel en 1967 la nombró benefactora, sin embargo, su nombre, hasta hoy, no había sido incorporado en la tradicional placa de Casa Central.

“Mi escritura es itinerante porque yo misma soy una migrante permanente. Me interesa el desarraigo. Yo viví en Caracas, me exilié por razones políticas. En ese tiempo, me venían a cuidar los niños mujeres que venían por la trocha, por Colombia, que se veían obligadas a migrar, y me tocó en una oportunidad una mujer que llegó embarazada, violada en la trocha. Entonces, siempre que migré a algún país, el hecho de no haber tenido que irme pasando por una trocha, pensaba, ¿de qué te estás quejando si al final siempre estás ocupando un escritorio? Pensando en estas mujeres, quise hacer la historia de estas mujeres”, explica Pojomovsky acerca de su cuento. “También me interesa esa literatura del límite, de taponamiento, donde aparentemente hay una prohibición, por un lado, pero también es el lugar donde circula la esperanza, porque prefieren ser maltratadas por el trochero, pero migrar. Del otro lado está la esperanza siempre”, agrega la autora cordobesa.

La rectora de la Universidad de Chile, Rosa Devés, destacó la oportunidad que entregó la ceremonia para «distinguir el talento del oficio literario de mujeres del continente a través del legado de quien fuera reconocida como una de las primeras escritoras chilenas modernas«. Respecto a la masiva participación en el concurso, explicó: «Nos compromete a continuar nuestro trabajo para alcanzar el pleno reconocimiento de la fuerza creativa de mujeres en nuestra sociedad». Sobre lo que agregó que esto confirmó la “poderosa pluma que se fragua en el Cono Sur del continente».

Quienes también recibieron distinciones por sus escritos, fueron las ganadoras de las menciones honrosas, las que quedaron en manos de Maivo Suárez, por su cuento «Hoy me acordé de Olimpia»; Macarena Araya Lira, por «La jaula de los osos»; Catalina Zamora Labarca, por «El hombre que yo amo»; Melissa Orrego, por «La casa sonaba»; y Paulina Valenzuela, por «Minotauro».

En esa línea, la ganadora del primer lugar, la escritora Tentoni, valoró la presencia y visibilización de escritoras latinoamericanas. “Este concurso y la cantidad de escritoras que participamos son, quizás, fruto y efecto de esa potencia en un sistema literario que todavía cuenta enormes deudas de rescate con autoras de genio que fueron de un modo u otro pasadas por alto.  Cuando las bibliotecas se abran y se ensanchen definitivamente y repongamos los libros de escritoras de la región que nos falta leer, los libros de grandes mujeres que debieron ser ‘autorizadas’ por varones, quizás entonces este trabajo acerque su camino al final y no haga falta hacer un concurso solamente para mujeres con un jurado compuesto por mujeres”, explicó.

En ese sentido, la galardonada con el segundo lugar, Pojomovsky, subrayó la importancia de los escritos de Brunet y durante su discurso, se refirió a ella interpretando lo que podría ser un diálogo en el presente, vinculado al texto con el que resultó ganadora. “Eres una itinerante, que mantiene una distancia, con la que me identifico. Y una cercanía, con la cual también me identifico, del estar lejos, del estar cerca. Y al mismo tiempo, aunque una parte de tu escritura pueda parecer local, tu mirada es universal y es valiente. Y eso no viene de haber viajado y leído a Proust, sino de tener el inmenso don de un alma ancha. Es importante tu legado y lo vital de tu literatura”, expresó.

Posterior a la ceremonia, la académica Romina Pistacchio leyó “El derecho a la soledad”, pieza periodística redactada por Brunet el año 1935 y que relata la importancia de la conquista de los espacios públicos libres de violencia hacia las mujeres.

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