La película argentina que ya vimos todos

La película argentina que ya vimos todos

La situación actual de la economía Argentina experimenta un déjà vu casi circular en el tiempo. Parece una película que ya vimos donde cada uno recuerda las escenas que lo marcaron; el problema es que el género de la misma, como mínimo, es un drama.

Este drama argentino tiene su origen en el ya conocido problema del déficit fiscal crónico de nuestro país; no voy a explicar nuevamente aquí todos los perjuicios que ello trae a la economía, pero vale la pena identificar que este problema continúa y es un tema que el FMI pretenderá discutir (otra vez y van…) en la eventual negociación con el Gobierno.

Sin embargo, dejaremos de lado lo importante e iremos a lo urgente. Hoy existe un problema que es necesario controlar de manera casi inmediata y tiene que ver con la pérdida de reservas, la cual tiene su correlato en el aumento de la brecha cambiaria entre el Tipo de Cambio Oficial (TCO) y el Tipo de cambio Contado contra Liquidación (CCL); tomaremos esta brecha como referencia en este artículo, pero existe también la brecha con el Dólar MEP y el Blue y todas se mueven de la misma manera.

Primero observemos que, a pesar de las últimas medidas para contener la salida de reservas, éstas continuaron en declive casi permanente, incluso agravándose luego de las medidas tomadas en octubre (Ver ¿Qué tan efectivas son las medidas del Gobierno para controlar el dólar? Por Carla Daniele Barra). Más aún, cabe destacar que durante todo el año se han tomado medidas en este sentido y sin embargo las reservas nunca dejaron de caer.


¿Por qué la pérdida de reservas genera una expansión en la brecha cambiaria? Las razones son varias, pero a mi entender, la principal es que los agentes económicos reaccionan a las medidas de restricción cambiaria yendo hacia esos mercados, aumentando la demanda por estos canales e impulsando dichos precios. Cada día que pasa y el BCRA fracasa en su batalla perdiendo reservas en el MULC es otro día que las presiones en CCL parecen estar en lo cierto; los agentes descuentan nuevas medidas en ese sentido y la suba crea su propia demanda.

Este es un caso raro donde el CCL (así como también el MEP y el Blue) incrementa su demanda a medida que sus precios aumentan; lógicamente, detrás de este comportamiento hay una importante dosis de pánico. En economía, a este tipo de comportamiento en los precios de un bien se los denomina Bienes Giffen; si bien no es puramente el caso, su comportamiento es bastante similar.

Históricamente, una vez que la brecha se coloca por encima de niveles de 60% la pérdida de reservas se hace permanente; es decir que, en esos niveles de brecha, el BCRA no puede acumular reservas. Es precisamente por esto último que resulta necesario bajar la brecha por debajo de ese umbral para que las reservas dejen de caer. Cómo vemos, puede tratarse de un espiral Reservas/Brecha: a mayor la brecha mayor la pérdida de reservas.

El incremento de la Brecha a su vez alimenta dos problemas. Por un lado, genera una distorsión de precios relativos y, por el otro, incrementa las presiones devaluatorias sobre el TCO. Estos dos problemas se suman ahora al espiral antes mencionado.

La distorsión de precios relativos se genera porque existen bienes que incorporan a sus precios parte de la suba en el CCL, mientras que otros bienes no pueden hacerlo, generando un cambio en los precios relativos de la economía. Esto genera que bienes minoristas suban de precio en mucho mayor medida que los precios de los servicios y ni hablar de los precios regulados. Esta distorsión de precios comienza a generar tensiones en la economía, que tarde o temprano deberán sincerarse. Un ejemplo de ello es que, en los últimos 12 meses, los precios regulados subieron 20% mientras el precio minorista de bienes en general lo hizo en un 43%.
El segundo problema de estos niveles de brecha es el aumento de las presiones devaluatorias ya que los actores económicos comienzan a descontar una futura devaluación y toman decisiones en función de ese evento esperado. Es decir, posponen liquidación de exportaciones y adelantan todas las compras de bienes que pueden, tanto aquellos que pueden acceder al MULC como aquellos que deben tomar decisiones de compras de bienes internos, acelerando las subas de precios.

De esta manera, se exacerba el problema antes mencionado en los precios relativos y en conjunto todo se va espiralizando: tenemos una brecha en aumento empujando la pérdida de reservas, que a su vez presionan al TCO al mismo tiempo que la distorsión de precios incitan aún más un agravamiento de la brecha, y así sucesivamente.

El Gobierno está atacando el problema desde algunos aspectos: bajando el nivel de financiamiento con emisión recurriendo al mercado de pesos para financiar el déficit, subiendo un poco la tasa de interés y ajustando en cierta medida los precios regulados, pero fundamentalmente los últimos días encontramos al BCRA interviniendo directamente en el mercado de bonos para bajar la cotización del CCL.

¿Cuánto tiempo podrá sostener este accionar? La idea es hasta bien entrado 2021, cuando comience la liquidación de divisas del campo. Por el momento tienen a su favor la estacionalidad de la demanda de pesos de fin de año así como el elevado poder de fuego que le da su stock de bonos, así como la posibilidad de activar el swap chino o lograr un rápido acuerdo con el FMI; quizás estos aspectos le permiten llegar hasta aquel momento (al menos esa parece ser la idea).

Los meses más difíciles probablemente serán enero a marzo; quizás en el camino, para evitar una devaluación lisa y llana, se implemente un desdoblamiento cambiario, medida de éxito poco auspicioso ya que el desdoblamiento en la práctica ya existe, con conocidos resultados, pero ganaría algo de tiempo.

El problema está planteado en cómo bajar la brecha con relativo éxito. Una manera rápida de bajar la brecha es devaluando, aunque esa medida por sí sola no va a solucionar el problema de fondo sino lo único que logará será un fogonazo inflacionario y sus consecuencias recesivas que ya conocemos todos, porque esta película ya la vimos. Una devaluación sin Plan sería continuar con el problema en un escalón inflacionario aún más alto.

¿Qué se necesita? Anclar las expectativas fiscales como base, para lo cual se necesita un Plan económico creíble. Lamentablemente, cualquier salida exitosa implica eliminar distorsiones preexistentes que, de continuar agravándose, serán más duras de sobrellevar en el mientras tanto y también más dolorosas al desactivarlas. En definitiva las distorsiones actuales serán eliminadas tarde o temprano, la pregunta es si lo hará el mercado por las malas o el propio Gobierno por las buenas con un Plan detrás si así lo decide.

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