La obediencia canina y el adiestramiento

Te contamos algunos principios básicos para el adiestramiento de nuestros perros

La obediencia canina y el adiestramiento

Un perro adiestrado es un perro feliz porque eso le proporciona una estrecha camaradería con su dueño y ambos han encontrado un medio de comunicación, han llegado a una base de mutuo respeto y entendimiento.

El adiestrador debe tener presente las limitaciones de la mente del perro y estudiar cuidadosamente a su alumno para adoptar los métodos más adecuados a su edad y temperamento.

Un perro no comprende los principios abstractos del bien o del mal, por lo que se deben utilizar premios y castigos para enseñarle lo que debe o no hacer y es mejor que el adiestramiento corra a cargo de una sola persona.

Según el Manual Práctico del Adiestramiento del Perro de Matthew Van Kyrk, durante las lecciones conviene separar al perro de otros animales de compañía, niños o actividades que pudieran distraerle y cuando empiece la tarea, debemos ponernos serios para hacerle saber que es hora de trabajar.

Las órdenes deben darse siempre con voz firme pero sin gritar ya que el perro entiende el tono de la voz y no el significado de las palabras. Por lo tanto, las órdenes deben inspirar confianza e ir directamente al perro.

Si recién se empieza con las lecciones se puede insistir con tono amable, pero cuando sabemos que le can entiende hay que ordenar y exigir cuando no quiera hacer caso. El perro debe comprender que somos el jefe y que debe obedecernos.

Por otra parte, siempre conviene usar las mismas palabras y /o señales con la mano para cada ejercicio y repetir la misma orden una y otra vez hasta que la entienda. Al principio, deben exagerarse las señales con la mano; a medida que progrese el adiestramiento puede reducirse la exageración.

Hay que utilizar el nombre del animal para darle órdenes y dejarlo dominar una habilidad antes de pasar a enseñarle otra. Quince minutos al día, dos veces cada día, es suficiente tiempo de entrenamiento.

Respecto a los premios y castigos, cuando un perro ejecute bien la orden debemos premiarlo siempre, al menos con una palmadita en la cabeza y un cálido elogio. El premio puede adoptar diversas formas: palabras amables, permitir que retoce unos minutos, dejar que el perro realice su ejercicio favorito y darle golosinas.

Generalmente estos animales están ansiosos por complacer y sólo necesitan que se les enseñe cómo hacerlo. Cuando se premia a un perro por su realización, él siente que ha hecho lo correcto, y la próxima vez lo hará deprisa.

No es aconsejable premiar a un perro dándole golosinas constantemente, pues llegaría a acostumbrarse a este tipo de recompensa y la esperaría cada vez que respondiera bien. Cada periodo de adiestramiento debe concluir con caricias, elogios y palabras de ánimo para mantener el entusiasmo del perro por su tarea.

El castigo físico no es aconsejable, la abstención del elogio, usar un tono de reprimenda, o incluso decir enérgicamente «no» suelen ser suficiente castigo. La corrección, cualquiera que sea su forma, debe aplicarse siempre inmediatamente después de que el perro se haya comportado mal.

Solo debe aplicarse un castigo severo como último recurso, en caso de desobediencia deliberada, terquedad, o aun peor, desafío. Nunca se le debe castigar por torpeza, lentitud en aprender, o incapacidad de entender.

La palabra «no» es una indicación para el perro de que ha hecho algo mal y es una de las mejores palabras para utilizar como orden negativa. Debemos pronunciarla con tono firme y reprobatorio.

La mano se utiliza solamente como un «instrumento» de elogio y de placer; nunca debe permitirse que el perro la tema. Azotar a un perro con una correa sólo servirá para hacerle temeroso y para disminuir la eficacia de su uso legítimo.

Por último, no debe perder nunca la paciencia ya que en ese caso el perro sería difícil de manejar, porque como contrapartida adoptaría la actitud del adiestrador. La paciencia debe aunarse con la firmeza.

El perro no puede sospechar que tiene otra salida aparte de obedecer, se le debe convencer de que deberá hacer lo que se le ordena sin importar el tiempo que tarde. Si nos relajamos, puede traducirse en un actitud o disposición de desobediencia, lo que cual implicará dificultades y demoras en la continuación de sus lecciones.

 

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