Las muertes por coronavirus en Nueva York pasaron ayer la barrera de las 10.000 personas, mientras la escasez obliga a las autoridades de la ciudad a racionar los equipos necesarios para aplicar los diagnósticos. «Este virus es muy bueno para lo que hace, es un asesino”, aseveró el gobernador Andrew Cuomo al informar que el estado registró ayer 671 nuevas muertes, la primera vez en una semana que la cifra diaria es menor a 700.
Si bien el virus no distingue entre ricos y pobres, a medida que el número de muertos aumenta se exponen las desigualdades de la ciudad emblema de Estados Unidos, que concentra prácticamente la mitad de las muertes de todo el país (que ayer superó la cifra de 22.000). Según datos oficiales, el 34% de las muertes en la ciudad de Nueva York pertenecen a la comunidad latina.