Armenia conmemoró ayer el 108° aniversario del genocidio de su pueblo bajo la amenaza de enfrentar una guerra para la que no está bien preparada.
Cómo todos los años, los armenios se movilizaron masivamente para recordar lo que ellos denuncian como una campaña sistemática llevada adelante por el entonces Imperio Otomano (hoy Turquía) a partir de 1915 para hacer una limpieza étnica en la que murieron alrededor de 1.500.000 millones de armenios.
Sin embargo, en esta oportunidad se pudo notar en la calle que la fecha estuvo más politizada por el bloqueo que Azerbaiyán estrecha cada vez más en el enclave de Nagorno Karabaj, que amenaza con conducir a los dos países a una nueva guerra.
Un conflicto que, además, arrastraría necesariamente a dos grandes potencias regionales: Turquía, que niega el genocidio y es el mayor aliado de Azerbaiyán, e Irán, aliado de Armenia y que ya advirtió que no hay margen para redibujar fronteras. Pero sobre todo pondría a Rusia, el país que es garante de seguridad de esta región que formó parte de la Unión Soviética, en una nueva situación incómoda.
Se estima que 1.000.000 de personas salieron ayer a la calle para recordar a las víctimas, uno de cada tres habitantes del país. La ceremonia empezó la noche anterior, con una marcha de antorchas liderada principalmente por jóvenes, que arrancó en la Plaza de la República, el monumental punto neurálgico de esta ciudad que fue construido durante los años soviéticos.