Juez: lustrando los botines

Por Pedro Allende

Juez: lustrando los botines

Apenas transcurren unos segundos de las 18 horas del domingo 2 de setiembre de 2007. El intendente de Córdoba y postulante a gobernador de la Provincia, Luis Juez, encara a los periodistas que esperaban arremolinados en su bunker. Eufórico, señala el categórico triunfo de su candidato en la capital (Daniel Giacomino) y el suyo propio en la elección que disputa, pero advierte que habrá trampas.

En otro rincón de la ciudad, sede del peronismo cordobés, comienza una ronda de prensa en la que los entonces ministros Juan Carlos Massei y Oscar González rechazan categóricamente las prematuras acusaciones de Juez.

Viéndolo todo, en la todavía erguida Casa de las Tejas, el gobernador José Manuel de la Sota, el debutante candidato justicialista Juan Schiaretti y el publicista Joao Santana, comienzan a tomar algunas medidas.

En los días siguientes, Córdoba fue un tembladeral. Cuatro años antes, Luis Juez había arrasado en la elección a intendente de la Capital, con partido propio. En su carro se subieron compañeros de militancia, segundas líneas justicialistas y radicales, condiscípulos colegiales -del Liceo Militar General Paz, alma mater de figuras como De la Rúa, Schiaretti o monseñor Ñáñez- y players de su equipo de fútbol de los sábados. Su gabinete 2003-2007 evidencia eclecticismo: Guillermo Marianacci, Juan Carlos Rabbat, Daniel Semyraz, Carlos Hairabedián, Marcelo Cáceres, Carlos Vicente, Rubén Borello, entre otros. En tiempos del “que se vayan todos”, construyó un personaje público que muy rápido capitalizó el desencanto ciudadano.

Una conflictiva relación institucional entre los gobiernos capitalino y provincial, además de profundizar el malhumor vecinal, se transformó en estrépito. Desde varios meses antes de la crucial elección de 2007, el gobernador De la Sota (candidato a ese cargo en 1987, 1991, 1999 y 2003) se preocupaba por el potencial que, en las encuestas, mostraba Juez, quien sumaba todos los días candidatos en municipios o comunas del interior y conformaba una competitiva lista de legisladores. “El gallego trabajó como nunca, para un candidato que no era él. Le tenía miedo a las denuncias que seguramente desparramaría el juecismo contra él y sus ministros”, señalan testigos de aquel tiempo.

Horas después de la elección, el silencio del presidente Kirchner daba al contexto un tinte dramático. Los pocos ministros de Unión por Córdoba integrantes de la mesa política que comandó aquella emergencia se encerraron en la Casa de Gobierno, en cuyos pasillos corría el viento helado de una posible intervención federal. Cuando más dolían los mandobles de Juez (pedía la apertura de todas las urnas), hacia mitad de la semana, Schiaretti salió a defender enérgicamente la elección que había ganado por apenas un punto, y apuntó contra el gobierno nacional: su blanco fue el hoy Presidente Alberto Fernández, entonces jefe de Gabinete y nexo con Luis Juez.

El kirchnerismo miró para otro lado (había que votar las presidenciales, que ganaría Cristina Fernández) y fue Luis Juez quien terminó condenando la posición asumida por Néstor y compañía. La batalla continuó por semanas en el Palacio de Justicia, condimentada por marchas que estremecían el centro de la ciudad. Debilitado, Schiaretti arrancó con complicaciones, potenciadas por la distancia que la administración provincial fue tomando de Balcarce 50 (con pico en la famosa “crisis con el campo”, de 2008). Juez siguió presionando. Pero fuera del poder, con un gobierno municipal que no le respondía cabalmente (Giacomino terminó definiéndose como un “soldado de Cristina”, y muchos cuadros juecistas comenzaron un paulatino regreso a sus bases de origen), perdió el brillo de aquellas jornadas setembrinas y el peronismo se encaramó a sus seis períodos consecutivos de gobierno.

Con todo, Juez ganó la elección a senador nacional en 2009, donde el segundo fue un ascendente Ramón Javier Mestre. Unión por Córdoba, con candidato alquilado -Eduardo Mondino- se quedó sin banca. Encabezando la lista de Juntos por el Cambio, Juez volvió a ganar la contienda senatorial en 2021, iniciando -dicen todos- el camino para disputar la gobernación en 2023.

¿Regreso con gloria?

Se puede decir que no regresa el que nunca se fue, pero cierto es que las diferentes excursiones llevadas adelante por Juez ya no tuvieron la potencia de 2003-2007, donde se rodeó de jugadores que pusieron su parte para hacer nacer, en el centro del país, una auténtica novedad política. Si bien se codeó con los Kirchner y los Fernández, y con Graciela Ocaña, Hermes Binner, Norma Morandini, Oscar Auad, Mauricio Macri, Olga Riutort, Rodrigo De Loredo, Laura Rodríguez Machado o Patricia Bullrich, alternando posicionamientos provinciales y locales, perdió tropa propia, elementos vernáculos que fueron parte de sus páginas más ilustres, funcionales en la gestión como en la conducción de la militancia.

Muchos de éstos -la mayoría con mal final de relación- dicen haber sido convocados por Juez, por estas horas. Invitaciones a un café, a un asado íntimo, propuestas de borrón y cuenta nueva. Comienzan a crearse expectativas sobre un candidato que ya no debe aprovecharse de una espuma antisistema, porque dos décadas en el primer plano lo han instalado. Su capital político real (el 54% de la última elección lleva varios afluentes) es una incógnita: 36% logró en 2007, 30% en 2009, 29% en 2011, 20% en la capital, en 2019. El desdoblamiento de las elecciones presidenciales y provinciales permitiría jugar con las fluctuantes alianzas cambiemistas (con la UCR y el PRO siempre al borde de un ataque de nervios) y su vínculo con De Loredo (de mantenerse) mejora las chances de ambos.      Desde el círculo rojo cordobés lo miran con atención. Varios piensan que en el barajar y dar de nuevo habrá ventajas para explotar.

Al frente, el peronismo estrenará contendiente, tras 24 años reiterando dos figuras. Y de mantenerse la legislación vigente (cuya eventual modificación daría letra al discurso corrosivo que tan bien maneja Juez), muchos caciques locales no podrán repetir, ni traccionar sus adhesiones a la nueva candidatura que proponga el Panal. Preocupante, como en 2007.

Luisito lustra los botines. Escenarios de tensión, antena lista para detectar el tedio, rastrillaje de viejos compinches y detección de apoyos. Pálpito de escrutinio ajustado, cual aquel 2 de setiembre. Así se habla cerca de Juez. Y dicen que asegura, a quien quiera oírlo, que este partido no se le escapa. Habrá que verlo jugar.

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