El covid y las elecciones en América Latina

El covid y las elecciones en América Latina

América Latina es epicentro mundial de la pandemia. Promediando octubre superó los diez millones y acumula el tercio de los decesos en el mundo. Sobrellevando un complejo panorama electoral.

Uruguay fue el primer país en realizar elecciones en pandemia, el 27 de setiembre, para autoridades departamentales y municipales (postergadas desde mayo). Con un protocolo simple, distanciamiento social y barbijo, el presidente Lacalle Pou fue claro: que la gente vaya, vote y se vuelva para sus casas”. El Frente Amplio se impuso en Montevideo, donde gana desde 1990, con la ayuda de la ley de lemas. El porcentaje de abstención no varió.

El 18 de octubre se realizaron las pospuestas elecciones presidenciales, legislativas y departamentales en Bolivia, triunfando Luis Arce, del MAS. En la previa se mantuvo la conflictividad social, llamando incluso la iglesia católica a la participación pacífica en el comicio (reiterado por la presidenta de facto, Añez, y los candidatos en la contienda). Entre las medidas sanitarias se plantearon horarios diferenciales (según número final del documento de identidad), eliminación del cuarto oscuro (garantizando privacidad) y autoridades de mesa hasta 50 años de edad; todo supervisado por organismos nacionales y por misiones de OEA, ONU, UE, el Centro Carter, y la Unión Interamericana de Organismos Electorales. No se conocen impactos específicos en indicadores de contagiados, aunque la elección registró un histórico 88% de participantes y fiestas populares posteriores.

El 25 de octubre, Chile inició su derrotero, con la realización del plebiscito, para reformar la Constitución de 1980, sancionada en la dictadura de Pinochet y reformada, puntualmente, durante las presidencias de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La iniciativa fue planteada por Piñera para abril, tras la grave crisis iniciadas en octubre de 2019. El Servicio Electoral chileno indicó: kit sanitario para autoridades de mesa, restricción de circulación en los colegios electorales, uso de lapicera propia por los electores, extensión del horario de votación, turnos electorales para mayores de 60 años; distancia social y barbijo. El triunfo del apruebo” (a la reforma, 78%) y de la opción por convención (78,99%) entusiasmó a miles, que festejaron sin miedo al contagio (todavía no hay datos sobre consecuencias). La baja participación (50%) preocupa de cara a los consensos entre fuerzas políticas necesarios para impulsar los cambios.

A mediados de noviembre empezarán las elecciones municipales en los más de 5.500 municipios de Brasil. Será un buen examen para Bolsonaro, quien ha visto un repunte de su popularidad en las últimas encuestas, en base a ayudas sociales ante la desastrosa gestión sanitaria. La Justicia Electoral para la campaña electoral ha recomendado evitar actos masivos, entrega de panfletos en papel, y barbijos.

Las elecciones parlamentarias de Venezuela, el 6 de diciembre, profundizaron la fragmentación opositora. Henrique Capriles llamó a la oposición a participar, decisión que no fue compartida por el resto de los líderes opositores, mientras que Juan Guaidó, reconocido por una treintena de países como presidente interino, calificó a los comicios como un fraude electoral”. El último informe del Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre Venezuela destacó que el 33% de las muertes por Covid se ha producido entre personal sanitario, debido sobre todo a la carencia de equipos de bioseguridad y de agua en los hospitales”. El Grupo de Lima, sin Argentina, ha vuelto a pronunciarse en contra de las elecciones legislativas.

La pandemia, devastadora en lo económico y social, ahora desafía la posibilidad de llevar adelante procesos electorales. El año próximo habrá presidenciales en Ecuador, Perú, Chile, Nicaragua y Honduras; y legislativas en México y Argentina. En el Norte, pende la incógnita sobre la performance que se alcance en los EEUU. Se rescata que hasta aquí no hubo dificultades mayores (también pasó en República Dominicana, aplicándose protocolos con limitación de aforo en el lugar de votación, kits sanitarios, distancia social y barbijos). Fuera de América, en Corea del Sur, otra elección con alta participación transcurrió sin inconveniente; de igual modo en Europa, con el referéndum italiano que desdobló el turno electoral en dos jornadas.

Algunos se preguntan si un alto grado de ausentismo podría generar una relativa ilegitimidad de futuros procesos electorales de autoridades electas. Otros, si las expresiones de queja no virarán hacia el sabotaje de aquellos. Es probable que, más que en otra ocasión, las debilidades estructurales y la necesidad de no seguir profundizando la deslegitimación, tornen imprescindible asegurar procesos eleccionarios en tiempo y en forma. Con todo y pese a los recurrentes movimientos de protesta social, con picos en numerosas ciudades y por diferentes circunstancias (todas atravesadas o condimentadas en más o menos por las limitaciones y precariedades que la propia pandemia genera), la ciudadanía ha ejercido sus derechos electorales en paz.

En todo caso, hasta aquí, la queja al Estado estriba en la imposibilidad de éste para afrontar con mejores o más modernas herramientas a la epidemia. En los cuartos oscuros, puesta aquella decepción ciudadana en un menos impulsivo pero igualmente consistente sentido de cambio, los oficialismos quizá tangan más para perder que el resto de las opciones.

Salir de la versión móvil