Se dividen en monoinsaturadas (son las que aumentan los niveles de colesterol bueno y reducen el malo) y poliinsaturadas (son aquellas que el organismo no genera de manera natural y las toma de la alimentación, como el omega 3, 6 y 9). Estas grasas buenas son fundamentales para construir membranas celulares y las vainas que rodean los nervios. Si hilamos más fino, nuestro cerebro es grasa; cada membrana de cada célula del organismo tiene composición grasosa: fosfolípidos, omega 3, entre otras. También son, en cierto modo, esenciales para la coagulación de la sangre, el movimiento muscular y la inflamación. Y como si todo esto fuera poco, previenen enfermedades del corazón, el mal de Alzheimer y retrasan la degeneración del músculo de la retina.
1. Frutos secos. Son ricos en omega 3 y en este grupo se destacan las nueces, las almendras y los pistachos, a los que se les atribuyen propiedades para proteger el corazón, ya que reducen los niveles de colesterol malo. También aportan antioxidantes y mucha fibra.
2. Aceitunas. Las aceitunas tienen omega 3 y 6. Además, son perfectas aliadas para combatir la anemia, por su alto porcentaje en hierro.
3. Huevo. El huevo contiene proteínas, ácidos grasos saturados e insaturados. Comerlo nos da además una buena variedad de vitaminas y minerales.
4. Palta. La palta tiene un excelente perfil graso para darnos energía y saciedad y hacerle frente al colesterol malo (LDL).
5. Aceites. Los aceites de oliva, maíz, girasol, uva y soja contienen ácidos grasos y omega 3 y 6. Además, son fuente de carbohidratos, vitaminas K y E y ácido fólico (solo lo contiene el de maíz). Lo ideal es consumirlo en crudo.
6. Semillas. Las semillas de sésamo, chía, lino, calabaza y girasol son muy ricas en omega 6 y contienen altas cantidades de fibra. Las semillas de calabaza tienen un gran porcentaje de proteínas, hierro y antioxidantes.