Autogestión comunitaria contra los incendios en las sierras

La recurrencia de incendios forestales y la escasa respuesta estatal para evitarlos generó que grupos autoconvocados de habitantes se organizaran para combatirlos; sólo entre julio y octubre de 2020 se quemaron más de 300.000 hectáreas en la provincia

Autogestión comunitaria contra los incendios en las sierras

Con motivo de los reiterados incendios forestales registrados en las sierras de Córdoba por causas evitables, ya que en muchos casos son generados por intereses económicos de desarrollistas, y la insuficiente respuesta estatal, algunos sectores de la población que habitan en distintos puntos de nuestra provincia decidieron organizarse en brigadas para complementar la tarea de los bomberos en el combate al fuego, y para luchar por la preservación del monte, de sus casas y de sus propias vidas.

Así nació la Brigada Chañares, una de las organizaciones autogestionadas por los vecinos de las serranías para hacerles frente a las llamas. La brigada se originó al calor de los incendios de 2020 en el barrio Los Chañares de la localidad de Tanti, ubicada en el Valle de Punilla. Sus integrantes, en su mayoría mujeres y disidencias, explican que están en una etapa “de plena consolidación grupal” y que aprenden de experiencias compartidas con otras brigadas (hay casi una decena en la zona) y organizaciones públicas y privadas. Horizontalidad, igualdad e inclusión son algunas de las palabras que guían su militancia y su trabajo diario en defensa del territorio.

Así se desprende del trabajo realizado por la periodista Casandra Sandoval con la colaboración de la fotoperiodista Lourdes Karen Antonella Sauch.  “Más del 90% de los focos que avasallan el bosque nativo en las sierras de la provincia son intencionales”, asegura Gilda Collo, doctora en Ciencias Geológicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) e investigadora adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

Según un informe del Instituto de Altos Estudios Espaciales Mario Gulich, algunas zonas se han quemado más de cuatro veces en los 31 años que van desde 1987 hasta 2018. El mismo documento señala que en el período se incendiaron en total “1.609.672 hectáreas, equivalente al 58% del área de las Sierras de Córdoba” o a 80 ciudades de Buenos Aires. Para Collo, que además de ser investigadora es integrante de la Asamblea Punilla Sur, existe un problema mayor: los seres humanos. “Nos pensamos por fuera de nuestros ecosistemas y, entonces, con el monte (otra forma de denominar a la naturaleza serrana) hacemos lo que queremos”, señala la geóloga en diálogo con Sandoval.

La recurrencia de los incendios en las sierras cordobesas modifica el patrón de biodiversidad, impacta en la conservación de los suelos e imposibilita la regeneración natural de los montes. “El suelo queda desprotegido y las lluvias lo erosionan. Tardan miles de años en formarse y en una temporada se pueden perder casi por completo. En las sierras hay suelos de poco espesor que se necesita preservar”, agrega Collo.

La menor cantidad de vegetación disminuye la capacidad de reservorio del suelo y esto genera dos cosas. Por un lado, menos agua para las cuencas y los territorios, y por otro, más inundaciones, ya que las montañas quedan peladas y el agua se escurre con mayor facilidad, lo que provoca crecidas de ríos y arroyos más severas.

La científica explica que el cambio climático generado por la incineración de combustibles fósiles que emite gases contaminantes a la atmósfera intensifica el efecto invernadero y es particularmente evidente en la región desde mediados del siglo XX. A esto se suma un cambio en el régimen de precipitaciones “profundizando momentos de alternancia entre mucha lluvia y sequía”, lo que -sumado a las acciones intencionales de las personas- provoca situaciones ideales para el inicio de los fuegos.

“Entre muchos otros factores está el económico: el negocio inmobiliario incidió fuertemente en Córdoba para que los incendios se transformen en estrategias para realizar cambios en el uso del suelo. Hay lugares que luego de ser quemados son más fáciles de intervenir para poder lotear y vender. Esa es una práctica muy instalada en el Valle de Punilla”, analiza Collo.

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático realizada en Escocia en noviembre de 2021 se ratificó que la temperatura promedio global ascendió aproximadamente 1°C desde valores preindustriales, por una mayor presencia de gases de efecto invernadero. Esto favorece la recurrencia de los incendios forestales.

Radiografía del fuego en Córdoba

La Red de Restauración Ecológica de Argentina (REA) -Nodo Centro- señala en un documento de octubre de 2020 que los incendios forestales en Córdoba se generan “principalmente durante la estación seca, cuando las precipitaciones son escasas o nulas y existe una elevada inflamabilidad de la vegetación (hojarasca y restos de plantas secas). La mayor parte de los focos son de pequeñas extensiones (menores a 100 hectáreas), pero se dan en gran cantidad (hasta 50 por año), por lo cual en conjunto representan una vasta superficie quemada”. Durante el período 1999-2020 se quemaron más de un millón de hectáreas, el equivalente al 40% de la superficie serrana.

El reporte de la REA agrega que, en algunos sectores de las sierras, los intervalos entre fuegos son cortos, entre cuatro y seis años. “Como consecuencia, los árboles y arbustos sobrevivientes no consiguen recuperar su tamaño previo al fuego, ni pueden producir semillas. En estos sitios donde los fuegos son frecuentes, la vegetación tiende a permanecer como pastizales o matorrales bajos en el largo plazo, con suelos erosionados y una alta probabilidad de volver a quemarse”, especifica el texto.

El molle, un árbol típico de las sierras cordobesas y muy resistente a la sequía, necesita al menos 15 años para crecer y dar semillas, pero con la recurrencia actual de incendios en las zonas serranas es imposible que el sistema se recupere. Así lo explica la doctora en Biología, Melisa Giorgis, también investigadora del CONICET, quien centra sus estudios en los factores condicionantes de los patrones de la vegetación, con énfasis en el fuego, la ganadería y la invasión por especies exóticas.

Según una investigación del 2014 del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV) de la Universidad Nacional de Córdoba, en la cual participó Giorgis, se identificaron 34 especies leñosas invasoras que desarrollaron capacidades para adaptarse al territorio compitiendo con las especies locales. Esto, señaló la científica, las transforma en un agente de cambio y en una amenaza para la biodiversidad nativa.

En tanto, para Collo, la pérdida de los pajonales, pastizales y de la flora leñosa autóctona deja expuestos a los suelos a una mayor acción erosiva de las lluvias. “La baja capacidad de retención de un suelo cubierto de cenizas hace que el agua recorra el terreno a una velocidad mayor y con más capacidad de arrastre”, señala la geóloga.

La Brigada Chañares

El Departamento de Punilla fue uno de los más afectados por el fuego en los últimos dos años. Esta tierra donde el fuego avanza y destruye todo a finales del invierno, se vuelve verde en la primavera serrana.

Así como pasa con la naturaleza, las brigadas también se regeneran en cada encuentro. Después de los incendios se generan espacios en los que se socializan experiencias, sentires y saberes y se colectiviza el afecto, el acompañamiento y la contención. La perspectiva de género no está ausente en ningún momento.

Estas brigadas funcionan de manera autogestiva. Cada agrupación se encarga de gestionar sus propios recursos, desde ropa, herramientas y calzado adecuado, hasta equipos personales y de seguridad. Para poder funcionar, muchas veces reciben donaciones y organizan rifas, actividades culturales o venden comidas.

Esta historia forma parte de “Territorios y Resistencias” la investigación federal y colaborativa de Chicas Poderosas Argentina, que fue realizada entre octubre y diciembre del año 2021, con el apoyo de la Embajada de Estados Unidos en Argentina, por un equipo de más de 35 mujeres y personas LGBTTQI+ de todo el país de forma colaborativa.

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