Rusia parecía a un paso de completar la conquista de la sureña ciudad ucraniana de Mariupol luego de seis semanas de sitio y bombardeos, algo que significará un éxito crucial en su objetivo de conquistar el este ucraniano, tras la reciente pérdida de uno de sus principales buques de guerra y el deterioro de sus vínculos internacionales por la guerra.
El Ministerio de Defensa ruso estimaba ayer que unos 2.500 combatientes ucranianos y 400 “mercenarios” extranjeros, la mayoría de países europeos, eran los últimos soldados que resistían la captura de Mariupol, todos ellos atrincherados en una enorme planta de producción de acero bajo la cual corre una vasta red de túneles subterráneos.
Rusia les dio hasta el mediodía de ayer para rendirse y seguir con vida y luego de que expirara el plazo amenazó con que serán “destruidos”, a la vez que acusó a la comandancia de las Fuerzas Armadas de Ucrania de haberles prohibido capitular y entregar la ciudad.
“Pelearemos hasta el final, hasta la victoria, en esta guerra”, dijo el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, al ser consultado sobre la situación en Mariupol. “La ciudad no ha caído, nuestras fuerzas militares, nuestros soldados todavía están allí, lucharán hasta el final”, insistió, y agregó que Ucrania está preparada para poner fin al conflicto mediante la diplomacia, si es posible, pero que no tiene “intención de rendirse”.
Sin embargo, horas después, tras expirar el ultimátum, las autoridades ucranianas denunciaron que Rusia había lanzado bombardeos aéreos sobre Mariupol y que se habían concentrado en el puerto y en los altos hornos de la fábrica Azovstal.
“La situación en Mariupol es difícil y dura, la lucha está ocurriendo en este momento, el Ejército ruso está llamando constantemente a unidades adicionales para asaltar la ciudad”, declaró el vocero del Ministerio de Defensa ucraniano, Oleksandr Motuzianik; mientras el presidente Vlodomir Zelensky amenazó con abandonar las negociaciones de paz si Rusia avanzaba con la embestida.
“La eliminación de nuestros militares, de nuestros hombres (en Mariupol) pondrá fin a cualquier negociación” de paz, dijo Zelenski en una entrevista, en la que además alertó que ambas partes están en un “callejón sin salida” al respecto.
En cuestión de muertos, “Mariupol puede ser diez veces Borodianka”, alertó el mandatario ucraniano, en referencia a una pequeña ciudad de las afueras de Kiev diezmada por los soldados rusos. “Cuántos más (casos como el de) Borodianka se presenten, más difícil será” negociar, sentenció Zelensky, quien lanzó un pedido desesperado a Occidente por más armas para defender la ciudad. La viceministra de Defensa, Hanna Malyar, describió de hecho a Mariupol como “el escudo que defiende a Ucrania” de la ofensiva rusa en el Donbass.
Nada de eso parecía importar mucho a Rusia, que ya controlaba toda la zona urbana de la ciudad -sin rastros de las Fuerzas Armadas ucranianas y mercenarios extranjeros-, punto estratégico para ingresar al Mar Negro y liberar a miles de soldados para que se sumen a la esperada ofensiva por el control total de la región del Donbass, en el este de Ucrania.
Los soldados podrían avanzar a partir de ahí hacia el noreste para atacar la retaguardia de las fuerzas ucranianas en el Donbass, que quedarían encerradas entre ellas y otras tropas rusas y combatientes prorrusos que ya controlan vastos territorios de la región.
El régimen de Vladimir Putin incluso redobló la ofensiva en nuevos puntos como la ciudad ucraniana de Lviv, ubicada al oeste del país, o la propia capital Kiev, luego del hundimiento el viernes pasado de su buque insignia “Moskva”, en el mar Negro, que Ucrania se atribuyó.
Las tropas rusas bombardearon todo el fin de semana distintas fábricas de armamento cercanas a la capital del país: “Armas aire-tierra (…) destruyeron edificios de una planta de producción de armamento en Kiev”, informó el ministerio de Defensa ruso, que precisó que “las tropas de misiles y artillería destruyeron 811 instalaciones”.
Además, la Fuerza Aérea de Ucrania reveló que interceptó cuatro misiles de crucero lanzados por cazas rusos sobre la zona de Lviv, una ciudad que aloja a miles de desplazados internos y que hasta ahora no había sido atacada.
Desde el Vaticano, el papa Francisco llamó ayer a “escuchar el clamor de la paz” en esta “Pascua de guerra” y a poner fin a la guerra en la “Ucrania martirizada”, al dar su bendición por el Domingo de Resurrección ante unos 100.000 fieles congregados en la plaza San Pedro.