En las Terapias Asistidas con Animales (TAA) el perro tiene un rol muy importante, ya que ayuda al terapeuta a captar la atención del paciente. Estos animales disfrutan haciendo los trucos para los que han sido entrenados y ayudan al profesional de la salud o educación a alcanzar su objetivo de mejorar las funciones físicas, emocionales, relacionales y cognitivas del paciente.
Las actividades de las TAA están orientadas hacia colectivos diversos: internos en prisiones, personas con enfermedades mentales como alzhéimer, autismo y TDHA, personas que puedan tener altos niveles de estrés como los estudiantes universitarios, jóvenes en centros tutelados o personas en riesgo de exclusión social.
Por este motivo, no todos los perros pueden convertirse en perros de terapias. El proceso de selección y adiestramiento es fundamental, ya que es un recurso terapéutico muy valioso y desarrolla unas actividades con objetivos concretos en las terapias.
No es necesario que el perro sea seleccionado en un criadero de animales, de hecho los perros de protectora también pueden ser muy buenos perros de terapias, lo importante es que cumplan con estas características específicas, independientemente de su raza:
- El perro debe disfrutar con el contacto humano.
- Debe querer hacer actividades a cambio de un refuerzo positivo (aquello que al animal más le gusta: comida, juguetes, caricias…).
- Debe soportar la manipulación física sin responder de manera violenta. En las TAA las personas lo querrán tocar, acariciar y peinar por lo que es necesario que muestre una actitud tranquila.
- Debe tener un carácter predecible, siempre se debe saber cómo reaccionará el perro ante diferentes estímulos sensoriales. El terapeuta tiene aquí una misión fundamental ya que es necesario que realice un seguimiento detallado para conocer bien a su perro.
- Debe estar físicamente saludable: su bienestar es muy importante.