El rey del terror, Stephen King, cumplió 75 años y lo celebró en Argentina con el lanzamiento de un nuevo libro, “Cuentos de hadas”, donde vuelve al fantasy con la historia de Charlie, un adolescente triste por la muerte de su madre que cuida a su padre alcohólico y descubrirá un mundo muy distinto al que habita con su perra Rada cerca del viejo Bowditch.
“Estoy seguro de que puedo contar esta historia. También estoy seguro de que nadie se la creerá. Eso me da igual. Me basta con contarla. Para mí -y está claro que para muchos escritores- el problema es decidir por dónde empezar», escribe Charlie en la publicación que traduce al castellano Carlos Milla Soler para el sello español Plaza y Janés que llegará al país en los primeros días de octubre.
«Y ahora, mientras pienso en esas cosas, veo un claro hilo que conduce a lo largo de los años hasta el señor Bowditch y el cobertizo cerrado con candado detrás de su vieja y ruinosa casa victoriana -repasa el protagonista-. Aunque un hilo puede romperse fácilmente. Por tanto, no un hilo, una cadena. Una cadena sólida. Y yo era el chico con el grillete”.
El cumpleaños se celebró literal. La invitación fue a un garaje de escape en el barrio porteño de Colegiales. Un portón ciego de chapa, un candado a medio abrir y un portero eléctrico gastado son las señas del lugar. La temática de la sala de escape es “El resplandor”, película icónica de terror psicológico que dirigió Stanly Kubrick y que en 1980 colocó a Jack Nicholson entre los caseros más temidos de la alta montaña, basada en el libro homónimo que King había escrito tres años antes.
Globos azules y rojo “It” -otra de sus novelas transformadas en historia de culto, escrita en 1986 y llevada a la pantalla en 1990 como miniserie de horror para un séquito de adoradores que la volvieron éxito popular- conducen al salón donde un grupo canta el feliz cumpleaños rodeando una torta que emula las 850 páginas de la novela que dentro de 10 días podrá conseguirse en librerías argentinas.
Los que aplauden frente a la bengala aún encendida de esa pieza de repostería oscura -que recrea la escalera espiralada y descendente azul noche donde los protagonistas de «Cuentos de hadas» se pierden-, antes miraron algunos videos de la ristra de cortos salidos del programa «Dollar babies» (bebés de un dólar), donde por un dólar King cede los derechos de algunos de sus textos a directores emergentes y estudiantes para hacer adaptaciones no comercializables, logrando versiones enrarecidas, a veces muy experimentales y contrahegemónicas de algunos cuentos suyos popularísimos.
En la pantalla mediana que se enciende en un rincón del salón, se suceden «Mi bonito pony», del polaco Maciej Barczewski: un abuelo le enseña a su nieto a interpretar el paso del tiempo, completamente fuera del género terror; y «Paranoia: un canto», basado en un poema escrito por King en 1985 sobre alguien que sabe que el gobierno y unos agentes extraños lo vigilan. Filmado en blanco y negro. Dirigido por Jay Holben.
Le siguen «Mudo», basado en el cuento homónimo publicado por King en «Después del anochecer», que el latinoamericano Javier Meléndez adaptó por 1.250 dólares; y «El sueño de Harvey».
Nada de esto se encuentra en Internet, sólo en festivales: «la gran mayoría son cortometrajes hechos a pulmón, sin la presión de vender entradas o llegar a tal o cual streaming y eso dio lugar a interesantes experimentos y versiones que salen de lo tradicional y el estilo Hollywood», explica en el lugar Ariel Bosi, especialista en la obra de King.
«Me parece una genialidad que festejemos su cumpleaños con un libro nuevo en un lugar de juego -dice por su parte Fernanda Mainelli, del grupo Penguin Random House Mondadori que trae la novela al país- porque si algo ha demostrado King durante toda su carrera es que se ha divertido jugando con prácticamente todos los géneros”.
“Un gusto que ahora lo hizo retornar el fantasy. Él no está acá, pero a partir de octubre estará con muchos lectores que no van a poder dormir y que no van a querer levantar la vista de estas páginas hasta que se termine su peculiar cuento de hadas», augura Mainelli.
King se propuso escribir esta historia cuando encerrado en pandemia se preguntó qué lo podía hacer feliz. Miró por la ventana y vio una ciudad vacía aunque llena de criaturas y terminó escribiendo un libro sobre la amistad, la soledad y el pasaje de la niñez a la adolescencia. «Tiene una fantasía muy efectiva -subraya Bosi-, en 1984 publicó ‘Los ojos del dragón’ porque su hija no leía sus libros de terror, no le gustaba el género, e inventa esa fantasía que arranca con una decapitación».
Ya había hecho «El talismán», «Casa negra» y la saga «La torre oscura», obra que le llevó casi 30 años terminar, y ahora vuelve con esta historia de amistad entre un anciano y un adolescente, algo sobre lo que ya había escrito siendo joven. , “Este retorcido ‘Cuento de hadas’ a la King, viene con un poquito de Robert Howard (1906-1936), le gustaban mucho las novelas de Conan el Bárbaro, y por supuesto con algo Lovecraft (1890-1937)”, señala Bosi.
«Él no se considera un autor de género, lo ha dicho muchas veces, yo creo que le gusta relatar”, agrega el especialista. “Creo que en los 70/80 vio que funcionaba el terror y fue por ahí, después se volcó al thriller y lo psicológico, más tarde escribió sobre vivencias -‘Sueños de libertad y ‘Milagros inesperados’ son películas basadas en novelas suyas-; y hasta se animó al policial, con títulos como ‘Mr, Mercedes’ o ‘Fin de guardia’”, enumera.
Y se despide: “Puede escribir libros luminosos y hermosos como ‘La evasión’ y en pocos meses sacar ‘El visitante’, que es lo más oscuro que escribió en los últimos años. Él está disfrutando. Lo mismo sus lectores».