Las tropas ucranianas volvieron a ingresar este viernes a la ciudad de Jerson y recuperaron su control, horas después de que el Ejército ruso anunciara que completó la retirada de sus fuerzas de la única capital provincial que habían tomado desde el inicio de la guerra, hace nueve meses.
«¡Hoy es un día histórico!», exclamó el mandatario ucraniano, Zelenski durante su alocución diaria difundida en redes sociales. Jerson es «nuestra», proclamó, después de que las tropas de Kiev entraran en la localidad tras casi nueve meses de ocupación rusa.
«Nuestro pueblo. Nuestra. Jerson», escribió Zelenski en Telegram con un emoticón de la bandera ucraniana y un video que parecía mostrar a las tropas ucranianas junto a habitantes de la ciudad.
El líder ucraniano precisó que el ejército «se encuentra actualmente en la periferia» de Jerson, pero que «unidades especiales ya están en la ciudad». Zelenski elogió la valentía de los habitantes de Jerson, ocupada desde mediados de marzo y anexada por Rusia a fines de de septiembre. Los habitantes de la ciudad «nunca abandonaron Ucrania», concluyó.
Poco antes, Rusia había anunciado que completó el retiro de tropas, un movimiento interpretado por Kiev y sus aliados como un revés para Moscú, y al que el Kremlin se refiere como una «maniobra en estricta conformidad con el plan acordado».
«Hoy a las 5 de la mañana de Moscú (23 de anoche en la Argentina), se completó el traslado de las tropas rusas hacia la orilla izquierda del río Dniéper», dijo en un escueto mensaje el Ministerio de Defensa ruso en las redes sociales.
El Ministerio de Defensa ruso aseguró que durante la operación de retirada no se produjeron bajas ni pérdida de equipamiento, pero Serguei Khlan, diputado del Consejo Regional de Jerson, dijo que algunos soldados rusos se ahogaron cuando intentaban cruzar el río, y otros que no pudieron abandonar la ciudad deambulaban por ella disfrazados con ropa civil. El legislador no precisó el número de militares supuestamente atrapados en la urbe, ni proporcionó más pruebas.
El repliegue ruso es visto como un duro revés para el presidente Vladimir Putin, que reivindicó a fines de septiembre, durante una ceremonia con gran pompa en el Kremlin, la anexión de cuatro regiones ucranianas, entre ellas la de Jerson. Putin había prometido defender «por todos los medios» lo que considera como territorios rusos, incluso sugiriendo una opción nuclear en aras de este objetivo.
Pero ante la contraofensiva ucraniana lanzada a fines del verano, el ejército ruso anunció el miércoles que abandonaba la parte norte de la región de Jerson, incluida su capital homónima, situada en la orilla derecha del Dniéper, para consolidar posiciones al otro lado de esta barrera natural.
Este jueves, Kiev advirtió que podría ser una maniobra para tenderle a sus fuerzas una trampa mortal, pero este viernes el repliegue fue calificado como una «importante victoria», que pone de manifiesto que «sin importar lo que haga Rusia, Ucrania va a ganar», como afirmó en Twitter el ministro ucraniano de Relaciones Exteriores, Dmytro Kuleba.
Mientras el canal de televisión ucraniano Suspilne informó sobre el derrumbe del estratégico puente Antonovski sobre el río Dniéper, el único en pie para unir la ciudad con los territorios ocupados de la otra orilla, el Kremlin aseguró que pese a la retirada de su ejército de ese territorio, Rusia sigue considerando que toda esta zona meridional le pertenece.
La región de Jerson «es un tema de la Federación de Rusia», dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. «No puede haber ningún cambio», añadió en el primer comentario de la Presidencia rusa sobre el repliegue anunciado el miércoles. Peskov agregó que la presidencia rusa «no lamenta» la gran ceremonia celebrada para la anexión.
La retirada de Jerson
El portavoz se negó a emitir cualquier otro comentario sobre el repliegue, el segundo de envergadura tras el de septiembre de la región de Jarkov, en el noreste, ante la contraofensiva ucraniana.
Putin ordenó en ese momento la movilización de 300.000 reservistas para consolidar las líneas y recuperar la iniciativa en el terreno. Decenas de miles de integrantes de ese contingente se encuentran ya en zonas de combate.
Paralelamente, Rusia seguía bombardeando Ucrania y sus últimos ataques destruyeron gran parte de la infraestructura energética de su vecino, lo que dejó sin luz a varias zonas del país, incluida la capital, Kiev.
En la noche del jueves, al menos siete personas murieron en un ataque con misiles contra un edificio residencial en la ciudad de Mikolaiv, en el sur de Ucrania, informaron este viernes las autoridades regionales. El jefe de la administración regional, Vitalii Kim, denunció en Telegram «una respuesta cínica del Estado terrorista a nuestros éxitos en el frente».
En el frente oriental también continúan los combates, especialmente en Bajmut, una ciudad que Moscú intenta conquistar desde hace meses y principal campo de batalla donde el ejército ruso, apoyado por hombres del grupo paramilitar Wagner, sigue a la ofensiva.
Según la presidencia ucraniana, ayer murieron catorce civiles, ocho en la región oriental de Donetsk y seis en Mijolaiv. Cada vez más aislado, Putin no participará en la cumbre del G20 en Indonesia la semana próxima. El Kremlin dijo este viernes que su agenda no le permite realizar el viaje.