La presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Julissa Mantilla, consideró que el movimiento Ni Una Menos fue «un antes y un después» en la sensibilización de la lucha contra la violencia de género en América Latina, al establecer tanto una sororidad entre las mujeres como la consolidación de sus derechos.
«El Ni Una Menos fue, a mi juicio, un antes y un después. Se empezaron a desnaturalizar cuestiones y situaciones que se consideraban cotidianas y que eran agresiones sexuales», dijo a Télam Mantilla, la primera peruana en liderar este órgano autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
La experta en derechos humanos destacó el carácter transversal y transgeneracional de este movimiento surgido en Argentina, integrado no solo por activistas «tradicionales» de organizaciones de mujeres, sino también por «niñas, madres y abuelas».
«Todas se identifican con la situación de violencia, con el silencio que tuvieron que guardar y con la posibilidad de denunciar», explicó.
La especialista se refirió, asimismo, al paralelo que tuvo este movimiento en las redes sociales, donde las mujeres empezaron a contar sus agresiones sexuales, y la «movida» que generó en la sociedad, ya que muchas «ya no se sintieron solas».
Según señaló, las víctimas de violencia sexual solían considerar que eran las únicas que pasaban por esas situaciones, no querían hablar y tenían vergüenza, pero Ni Una Menos permitió establecer una solidaridad y una hermandad entre mujeres: «Una sororidad», precisó.
«Como víctima sentías que ya no estabas sola, que había más mujeres en eso y podías hablar. Eso hace que se hayan consolidado aportes y estándares», opinó la otrora asesora internacional en Justicia Transicional para ONU Mujeres.
En ese sentido, la abogada indicó que las mujeres consiguieron obtener sus derechos en la región «a partir de la protesta, la lucha y la expresión» y consideró que si el sistema interamericano logró tener por primera vez tres juezas mujeres en la Corte y, desde el año pasado, una mayoría absoluta de mujeres en la CIDH fue en «respuesta a estas luchas».