El Partido Republicano estadounidense quedó ayer en una situación de insólito bloqueo, que le negó a su supuesto líder de bancada, Kevin McCarthy, la oportunidad de ascender a presidente de la Cámara de Representantes y por lo tanto cara visible de la oposición al poder demócrata y al presidente Joe Biden.
Una tras otra, el diputado McCarthy fracasó en las votaciones por la defección de una veintena de integrantes de su propio partido, algo que no sucedía en el Capitolio desde hace un siglo. McCarthy, que lleva meses preparándose para esta votación, no llegó en las primeras seis votaciones a los 218 votos que necesita.
Ni siquiera el apoyo expreso de Donald Trump calmó a los rebeldes, que siguieron enrocados en su oposición contra McCarthy. “No conviertan un gran triunfo en una gigantesca y vergonzosa derrota”, había dicho Trump a los insurrectos en un comunicado. Sin presidente de la Cámara, los diputados no han juramentado el cargo. No hay poder legislativo como tal en funcionamiento, y por lo tanto no se pueden aprobar leyes o presupuestos.
Cabe destacar que la candidatura de McCarthy sigue en pie, aunque no está claro cómo convencerá a los 20 rebeldes republicanos que votaron en su contra. “Nos quedaremos hasta que ganemos”, dijo McCarthy a periodistas. Todavía no está claro cuántas rondas de votación necesitarán los miembros para decidir el nombre, pero el proceso podría continuar durante días si no se llega a un consenso.