El 30 de noviembre de 2022, el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial concedió a la UNC y el Conicet una patente de invención por el desarrollo de una molécula sintética de ácido ribonucleico (ARN), que se utiliza para la detección de VIH tipo 1 y hepatitis C en suero y plasma humanos. Quienes estuvieron a cargo de su desarrollo ya demostraron que también es aplicable para virus de la hepatitis A y E, así como en tejidos humanos.
Su desarrollo es fruto del trabajo colaborativo entre el área de Desarrollo de Productos y Procesos del Laboratorio de Hemoderivados (LH) y el Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología (Cibici – UNC/Conicet), de la Facultad de Ciencias Químicas. Las gestiones para la tramitación de la patente corrieron por cuenta de la Oficina de Propiedad Intelectual de la UNC.
En el laboratorio universitario, esa molécula es utilizada actualmente como un reactivo de control interno en técnicas de biología molecular (como PCR y PCR en tiempo real) para garantizar la seguridad biológica de los productos derivados del plasma humano.
El origen de la patente
“El objetivo no fue hacer una patente, sino que fue la consecuencia de una necesidad del Laboratorio. En 2008 necesitábamos un reactivo para garantizar la calidad de los resultados obtenidos por técnicas de biología molecular destinadas a detección de los genomas virales, en este caso, relacionados con la industria farmacéutica y los bancos de sangre”, comienza Gonzalo Rodríguez Lombardi, subdirector del Área de Desarrollo de Productos y Procesos del LH y una de las personas que desarrollaron la patente.
“Nuestra planta produce medicamentos derivados de la sangre. Cualquier patógeno presente en la sangre es un potencial riesgo para la industria y, por ende, para la salud humana. Por eso debemos aplicar diversas técnicas para detectar los genomas de los virus que nos interesan. Y para ejecutarlas es necesario implementar controles de calidad acordes a normas internacionales”, completa Rodríguez-Lombardi.
Ello requería un reactivo específico que no se producía en Argentina. El costo de su importación era muy elevado y la solución fue producirlo localmente. El Laboratorio de Hemoderivados y el Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología (UNC/Conicet) de la Facultad de Ciencias Químicas encararon el desafío y lo desarrollaron.
“La idea era hacer un desarrollo ciento por ciento nacional entre ambas dependencias. Nos pusimos de acuerdo para hacer algo en conjunto que tuviera una aplicación industrial”, resume Rodríguez-Lombardi.
El desarrollo tecnológico representa un avance de suma relevancia para el laboratorio universitario. Le permite contar con un insumo imprescindible para el control y cumplimiento de los requisitos de calidad que garantizan la seguridad biológica en la elaboración de medicamentos derivados del plasma, en acuerdo con las exigencias internacionales.
Un desarrollo público para la industria nacional
En su estructura genómica, los virus pueden ser de dos formas: contener ADN o ARN. Entre estos últimos se encuentran la hepatitis A, C y E, el VIH, e incluso el SARS-CoV-2 (coronavirus). Como se observa, la aplicación del reactivo es amplia.
“Originalmente lo creamos para detectar VIH y hepatitis C. Posteriormente lo extendimos a hepatitis A y E. Pensamos que en un futuro podemos extenderlo a otros virus ARN”, adelanta Rodríguez-Lombardi.
Por lo pronto, el desarrollo ya trascendió los muros del Laboratorio de Hemoderivados y también lo utiliza el Instituto de Virología “José María Vanella”, de la Facultad de Ciencias Médicas (UNC).
“En ese instituto realizan estudios de virología ambiental, salud y seguridad alimentaria. Usan la molécula como control interno para la detección del virus de hepatitis A en aguas, y la detección del virus de la hepatitis E en carne de pescado, carne porcina y derivados porcinos, como los chacinados”, señala Rodríguez-Lombardi. De ese modo, a lo que inicialmente estaba pensado para la industria farmacéutica, posteriormente se le fueron encontrando otras aplicaciones.
Hemoderivados tiene la misión de producir medicamentos al alcance de la población y desarrolla su labor sin fines de lucro, por lo que actúa como un ente regulador de los precios del mercado local. En ese escenario, el desarrollo tecnológico fue gestado para garantizar la seguridad biológica y la calidad de sus productos, pero luego se hizo extensivo a otras dependencias. “La idea es ofrecerlo especialmente a todo el ámbito público que lo necesite”, destacan desde el laboratorio universitario.
“El desarrollo tecnológico es sustentable, de muy bajo costo y de un notable rendimiento productivo en las condiciones definidas de su uso. Posee una gran versatilidad y potencialidad de uso –tal como se explica en detalle en la patente de invención–, lo que permite que pueda ser aplicado en cualquier plataforma de análisis molecular que involucre al ARN como molécula de interés”, completa Rodríguez-Lombardi.
Sobre la patente
La patente “Molécula de ácido ribonucleico sintética utilizada como control interno en el desarrollo de técnicas de amplificación de genomas para la detección, identificación y semicuantificación, simple y múltiple, de ácidos ribonucleico virales” fue solicitada el 20 de diciembre de 2011 por la Universidad Nacional de Córdoba y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
El 30 de noviembre de 2022, el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial concedió la patente invención por un plazo de 20 años. Para este logro, fueron cruciales las gestiones de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Secretaría de Innovación y Vinculación Tecnológica de la UNC.
Esta patente se convierte en el segundo aporte de Hemoderivados a las patentes de invención de la UNC. El anterior lo constituyó la patente de invención “Procedimiento para elaboración de inmunoglobulina G humana endovenosa”.