En medio del primer aniversario de la guerra en Ucrania y de los fantasmas de una probable crisis financiera internacional de consecuencias similares o incluso peores a las provocadas por el crash de la burbuja inmobiliaria del año 2008, Xi Jinping visitó Moscú para reunirse con su homologo, Vladimir Putin.
La reunión de Xi Jinping con Vladimir Putin en medio de las tensiones en Ucrania y los temores de una posible crisis financiera global, indica la voluntad de China de asumir un papel más activo y relevante en los asuntos internacionales.
En sus más recientes movimientos internacionales, el presidente de la República Popular China (RPCh) y jefe del Partido Comunista de China (PCCh) ha demostrado que su país se encuentra decidido a tener un rol internacional.
En los últimos años, Beijing ha buscado aumentar su influencia y presencia en el mundo a través de iniciativas como la Nueva Ruta de la Seda, que busca establecer vínculos comerciales y de infraestructura con países de Asia, Europa y África.
Además, el gigante asiático continúa expandiendo su presencia militar en el mar del sur de China al mismo tiempo que se involucró activamente en conflictos como la guerra civil en Siria.
El nuevo rol internacional de China es parte de una estrategia más amplia de la RPCh para consolidar su posición como una potencia global, no solo económicamente, sino también políticamente y militarmente. La reunión con Putin es una muestra más de la alianza entre ambos países, que comparten una visión del mundo multipolar y están buscando contrarrestar la influencia de los Estados Unidos y la Unión Europea.
Los anuncios económicos, finalmente, generaron mayor ruido y expectativa que los referidos a la guerra. De manera un tanto exagerada, Putin se apuró a anunciar la muerte del petrodólar y el final de la hegemonía del dólar estadounidense en los mercados internacionales.
Más allá de lo grandilocuente de una afirmación que parece tener, aún, poco correlato con la realidad, lo cierto es que la internacionalización de la moneda china, el Yuan, y la consecuente desdolarización de los mercados mundiales ya son un hecho.
Por poner algunos ejemplos, más de dos tercios del total del comercio bilateral entre Rusia y China se realiza actualmente con yuanes y rublos.
En esa línea, Rusia ya anunció que utilizará el Yuan chino para comerciar con sus socios comerciales en país de Asia, África y América Latina.
Se trata de una respuesta a las sanciones impuestas por los Estados Unidos y los países miembros de la OTAN contra Moscú tras el lanzamiento de la “operación militar especial” contra Ucrania.
En principio, esto puede tener duras consecuencias económicas contra unos Estados Unidos que presentan una crisis económica en ciernes, en un contexto donde la República Popular China volvió a retomar sendas de crecimiento similares a las anteriores al inicio de la pandemia de covid-19.
El nuevo rol internacional de China, ya consolidado como un actor de primer orden, es tal, que incluso propició recientemente un acuerdo histórico y sin precedentes entre Irán y Arabia Saudita. A comienzos de marzo, ambos países acordaron volver a establecer relaciones diplomáticas después de siete años.
En 2016, los lazos diplomáticos fueron cortados luego de que la embajada saudí en Teherán fuera atacada como respuesta a la ejecución de un clérigo chiíta en Arabia Saudita.
El enfrentamiento entre ambos países se remonta, por lo menos, a la década de los 80, y llegó a ser calificado por algunos analistas como “la nueva Guerra Fría de Medio Oriente”, sin embargo, aproximadamente para el mes de mayo, reanudarán sus lazos diplomáticos al mismo tiempo que reabrirán sus respectivas embajadas y establecimientos consulares.
En esa línea, incluso, reactivarán acuerdos de cooperación en materia de seguridad, comercio, economía e inversión que habían sido firmados a comienzos de la década de los 2000 y a finales de los años 90.
El jefe del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de la República Islámica de Irán, Ali Shamkhani, se reunió con su homólogo saudí, Mosaed Bin Mohammad al Alban, justamente, en Beijing, ciudad donde se firmó el acuerdo.
Arabia Saudita siempre se mostró mucho más cerca de los Estados Unidos, no obstante, la monarquía ve en China a un actor de peso que merece ser escuchado, además de tener cada vez más profundos lazos comerciales con Beijing.
El acuerdo alcanzado entre ambos países de Medio Oriente gracias a la mediación china puede ser uno de los puntos centrales que potencien al petroyuan mencionado por Putin en su reunión con Xi.
Esto, además, allana el camino para que tanto Irán cómo Arabia Saudita se unan al revitalizado bloque de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) además de futuras adhesiones, ya en marcha, de países latinoamericanos como Argentina.
En esta línea, el mundo multipolar podría tener un nuevo impulso, liderado por China y sus socios, con el apoyo de recursos escasos y altamente demandados como el petróleo, el gas y el litio, abundantes en los países potenciales futuros miembros del bloque.
La desdolarización no implica, necesariamente, que se produzca una retracción total del dólar estadounidense ni de que el Yuan pase a ser la principal moneda de uso en todo el mundo.
Es mucho más complejo que eso y a China simplemente le alcanzaría que el uso de ambas monedas se equilibre en todo el globo, algo que hoy no parece para nada improbable.
Una consolidación del mundo multipolar tiene como objetivos principales fomentar la cooperación, la diversidad, el equilibrio y la descentralización del poder, lo que podría conducir a un sistema internacional más justo y estable.
Todavía no se sabe muy bien hacía dónde va el orden internacional, pero sí está claro que las cosas no serán cómo lo fueron hasta ahora.