En 1923, hace exactamente 100 años, un joven Jorge Luis Borges decidía publicar su primer libro de poemas. Algunos de ellos ya habían aparecido en revistas. El libro se llamó “Fervor de Buenos Aires” y se trató de una edición de autor, costeada por el padre de Borges. En la tapa, había un grabado de su hermana. Norah Borges. La imprenta que realizó el libro hizo 300 ejemplares. La publicación no tenía numeración de páginas. Borges, pudoroso, según él mismo refiere, dio una gran cantidad de ejemplares al director de la revista “Nosotros”, para que el libro circulara entre algunos escritores.
Este primer libro constituye, junto con “Luna de enfrente” y “Cuaderno san Martín”, una trilogía poética que da cuentas de lo que podríamos llamar el “primer Borges”, vinculado al ultraísmo y a la revista “Martín Fierro”, que fundó Evar Méndez.
Recién en 1960, y después de grandes sucesos (como los libros de cuentos “Ficciones” y “El aleph”) Borges publicará “El hacedor”, un libro sustancial en la obra poética del escritor argentino.
“El hacedor”, si bien tiene pequeños textos en prosa, es mayormente un libro de poesía, que toma alguna distancia de la trilogía mencionada e inaugura una nueva etapa poética, sin dejar de tener ciertas continuidades que subsisten de aquel primer Borges.
Lo qué sí afirma la crítica literaria es que en “Fervor de Buenos Aires” se encuentra, en potencia, el Borges que se constituirá en uno de los pilares de la literatura del siglo XX. El libro, tal como nos llega hoy, tiene varias revisiones y correcciones; Borges afirma que no reescribió “Fervor de Buenos Aires”, pero es innegable que hubo numerosos cambios a lo largo de las sucesivas ediciones. Cambios incluso sustanciales que, lejos de plantear dudas acerca del texto original, nos hablan de algo mucho más importante, que es el carácter dinámico y vivo de la literatura.
Borges modifica enteramente los prólogos del libro y establece correcciones para la edición de 1969, y las que vendrán en su “Obra completa”. Suprime 16 poemas, que es un número considerable en un libro de poesía. Realiza cambios de lugar y un cambio de título: el poema “Resplandor” pasa a llamarse: “Afterglow”. También incluye tres poemas nuevos: “Líneas que pude haber escrito y perdido hacia 1922”; “La rosa” y “Sur”. Como podemos observar, el primer libro del más importante escritor argentino sufrió, a lo largo de las diferentes ediciones, muchos cambios. La pregunta es pertinente: ¿pero, entonces, qué leemos hoy cuando leemos “Fervor de Buenos Aires”? A mi juicio, la respuesta siempre será borgiana: “Leemos al otro y al mismo”. Es decir, siempre, leeremos a Borges. Y Borges, se contradice, cambia, reforma, reescribe y, curiosamente, nunca deja de ser precisamente: Borges.
Los puristas y rígidos literarios pueda que se ofusquen un poco con este criterio, un tanto lúdico o misterioso, de la literatura. “Georgy” también suprimirá del canon personal dos obras ensayísticas: “El tamaño de mi esperanza”, e “Inquisiciones”.
En una suerte de juego literario, quisiera compartir con el lector una pequeña comparación -o relación- entre un poema de la primera edición, que luego fue quitado, y un poema de las ediciones posteriores, que fue agregado por Borges (es decir, que no se encontraba en 1923).
El poema agregado es “Líneas que pude haber escrito y perdido hacia 1922”, y ya desde el título nos pone en aquel ambiente martinfierrista, donde los arrabales y los atardeceres del suburbio eran materia literaria importante para el joven poeta. Luego, como lo aclara en un prólogo, preferirá la serenidad de las mañanas a los atardeceres que le atraían en su juventud.
Dice Borges en el primer verso: “Silenciosas batallas del ocaso/ en arrabales últimos”. Hay una lucha entre la claridad, la luz, el sol y las tinieblas, lo oscuro y la noche. Y más adelante el mismo Borges escribe: “la mutua noche y la esperada tarde”. Esa “mutua noche” refiere para algunos, la ceguera. Borges, que siempre fue débil de visión todavía no conoce su destino final en 1923; pero este poema está incorporado mucho después, cuando Borges va quedando sin visión. Cuando la noche se apodera de sus ojos. La alusión a la ceguera (la mutua noche) es sutil, es casi imperceptible, como los colores que ya comienzan a escapársele y permanece la fidelidad del amarillo.
Sin embargo, resulta notable que en la primera edición de “Fervor de Buenos Aires” hay un poema llamado “Forjadura” que Borges publica primeramente en 1922 en la revista “Proa” y luego, con algunas variantes, aparece en su primer libro de poemas. Es revelador este puñado de versos que luego serán quitados del libro: “Como un ciego de manos precursoras/ que aparta muros y vislumbra cielos/ lento de azoramiento voy palpando/ por las noches hendidas/ los versos venideros”.
Todo indicaría, que podría, o, mejor dicho, debería haber sido al revés. Estos versos de “Forjadura” añadidos a partir de la ceguera, y el vislumbre de “Líneas que pude haber escrito y perdido hacia 1922”, esbozo de un joven Borges que parece atisbar algo del futuro. Pero ocurrió al revés. Los versos quitados de “Forjadura” son casi una profecía. Son bellos. Son, a mi juicio, relevantes. Sin embargo, Borges, los acomoda en el olvido.
“Si (como afirma el Griego en el Cratilo)/ el nombre es arquetipo de la cosa/ en las letras de ‘rosa’ está la rosa/ y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’.” Todo Borges ya está en “Fervor de Buenos Aires”.