El próximo 13 de agosto, los argentinos concurriremos a las urnas para definir los candidatos a presidente y vicepresidente de la Nación. También, a diputados nacionales y a parlamentarios del MERCOSUR. De eso se tratan las PASO, de elegir candidatos que luego competirán en una primera vuelta el 22 de octubre.
Obviamente, las candidaturas a la presidencia y vicepresidencia son las más consideradas. En general, poco se conoce de quiénes se postulan al Congreso Nacional, y nada se sabe de quiénes se candidatean al Parlamento del MERCOSUR, un organismo completamente ajeno a la vida diaria de los ciudadanos de a pie.
Ni el libertario Javier Milei ni el justicialista Juan Schiaretti tendrán internas, ya que son los únicos precandidatos de los espacios políticos que lideran: la Libertad Avanza y Hacemos por Nuestro País, respectivamente. Por lo tanto, ambos estarán en la primera vuelta.
Milei ha logrado capitalizar toda la bronca de muchos argentinos, que ven a la dirigencia política como la causa de todos sus males, habidos y por haber. Quienes aborrecen “la casta política”, como él mismo la ha definido, apoyan a Milei, más allá de sus incendiarias propuestas electorales.
Caído el frente de frentes entre opositores, la precandidatura de Juan Schiaretti representa una visión federal del país, una mirada desde el interior productivo. Claramente, su propuesta de un gobierno de unidad nacional sigue vigente y se actualizará de cara a un casi seguro ballottage el 19 de noviembre.
Massa lo hizo
Del lado del oficialismo, el precandidato con máximas probabilidades de ganar la interna es Sergio Massa, el actual líder del Frente Renovador. Es “el” candidato de Unión por la Patria (UxP), el nuevo nombre adoptado para pasar al olvido la vieja denominación del fenecido Frente de Todos (FdT).
Su rival interno, Juan Grabois, apenas expresa una minoritaria proporción del oficialismo que añora los viejos buenos tiempos del kirchnerismo y, más recientemente, del cristinismo. Sus propuestas son más afines al progresismo discursivo de una izquierda testimonial que a un postulante oficialista.
Massa llega a esta precandidatura como una muestra (no gratis, por cierto) de la supuesta unidad del oficialismo, cuando todo estaba listo para una puja en serio, entre Daniel Scioli, con el apoyo del presidente Alberto Fernández, y Eduardo “Wado” de Pedro, apoyado por la vicepresidenta Cristina Kirchner.
Una unidad oficialista que es sólo eso: una muestra de lo que no existe. En rigor, Massa es el precandidato de un gobierno que fracasó por la feroz interna desatada entre un presidente timorato como Alberto y una vicepresidenta temeraria como Cristina, ambos escondidos tras una noción ficticia de patria.
Sólo su audacia y astucia política permite a Sergio Massa encarar, y con chances, una campaña a la Presidencia, como si no fuera el actual ministro de Economía de un país con más del 100% de inflación interanual.
Tanto es así que, probablemente, sea el precandidato más votado en las PASO, y esté en el ballottage.
Horacio o Patricia, a cara de perro
Claramente, la gran incógnita de las PASO es el resultado de la interna de Juntos por el Cambio (JxC). Es decir, la puja entre el jefe de gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta, por un lado, y la presidenta del PRO en uso de licencia, Patricia Bullrich, por el otro. Ambos acompañados por sendos precandidatos radicales.
El jefe del gobierno porteño ha reunido la mayor cantidad de aliados, tanto en el PRO como en la UCR. Desde María Eugenia Vidal hasta Facundo Manes, pasando por los gobernadores electos de San Luis y de San Juan. En Córdoba, Rodrigo de Loredo, siguiendo a Martín Lousteau, también se ha sumado a esos apoyos.
La jefa del PRO cuenta con el aval militante del ex presidente Mauricio Macri, y de algunos radicales que desafían la conducción de Gerardo Morales. En Córdoba, el presidente de la UCR y ex candidato a la vicegobernación, Marcos Carasso, también se ha enfilado tras la representante del macrismo ortodoxo.
Las diferencias entre ambos son insalvables. Las propuestas de Rodríguez Larreta se parecen más a las de Schiaretti, y las de Bullrich se acercan más a las de Milei.
Hasta su noción del cambio y cómo implementarlo difieren al extremo. Tanto que difícilmente quien gane pueda retener los votos de quien pierda.
Su riña ha ido tan lejos que puede dejar a JxC fuera del ballotage: si gana él, muchos votos de Bullrich podrían ir a Milei; mientras que, si ella gana, muchos votos de Rodríguez Larreta podrían ir a Schiaretti, poniendo al libertario o al justicialista en esa segunda vuelta contra Massa. Conjeturas.