Una cuidadosa campaña de engaño aseguró que Israel fuera tomado por sorpresa cuando el grupo islamista palestino Hamás lanzó su devastador ataque, permitiendo que una fuerza que utilizaba excavadoras, ala delta y motocicletas se enfrentara al ejército más poderoso de Oriente Medio.
El ataque del sábado, la peor brecha en las defensas de Israel desde que los ejércitos árabes libraron la guerra en 1973, siguió a dos años de subterfugios de Hamás que implicaron mantener sus planes militares en secreto y convencer a Israel de que no quería una pelea.
Mientras se hacía creer a Israel que estaba conteniendo a Hamás, cansado de la guerra, proporcionando incentivos económicos a los trabajadores de Gaza, los combatientes del grupo estaban siendo entrenados, a menudo a plena vista, reveló una fuente cercana a Hamás a la agencia de noticias Reuters.
Tres fuentes dentro del sistema de seguridad de Israel, que al igual que otros pidieron no ser identificadas, también contribuyeron a este relato.
«Hamás dio a Israel la impresión de que no estaba preparado para luchar», comentó la fuente cercana a Hamás, describiendo los planes para el ataque más sorprendente desde la guerra de Yom Kippur hace 50 años, cuando Egipto y Siria sorprendieron a Israel y lo obligaron a luchar por su supervivencia.
«Hamás utilizó una táctica de inteligencia sin precedentes para engañar a Israel en los últimos meses, dando la impresión pública de que no estaba dispuesto a luchar o confrontarse con Israel mientras se preparaba para esta operación masiva», comentó la fuente.
Israel admite que fue tomado por sorpresa por un ataque programado para coincidir con el sábado judío y una festividad religiosa. Los combatientes de Hamas irrumpieron en ciudades israelíes, mataron a 700 israelíes y secuestraron a decenas. Desde entonces, Israel mató matado a más de 400 palestinos en su represalia contra Gaza.
«Este es nuestro 11 de septiembre. Nos sorprendieron y vinieron rápidamente desde muchos lugares, tanto desde el aire como desde la tierra y el mar», deslizó el mayor Nir Dinar, portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel.
En uno de los elementos más llamativos de sus preparativos, Hamás construyó un simulacro de asentamiento israelí en Gaza donde practicaron un desembarco militar y se entrenaron para atacarlo, explicó la fuente cercana a Hamás, añadiendo que incluso grabaron vídeos de las maniobras.
«Israel seguramente los vio, pero estaban convencidos de que Hamas no estaba interesado en entrar en una confrontación», siguió la fuente.
Mientras tanto, Hamas trató de convencer a Israel de que le importaba más garantizar que los trabajadores en Gaza, una estrecha franja de tierra con más de dos millones de residentes, tuvieran acceso a empleos al otro lado de la frontera y no tuvieran interés en iniciar una nueva guerra.
«Creíamos que el hecho de que vinieran a trabajar y trajeran dinero a Gaza crearía un cierto nivel de calma. Estábamos equivocados», fue la autocrítica en voz alta de otro portavoz del ejército israelí.
Una fuente de seguridad israelí reconoció que Hamás engañó a los servicios de seguridad de Israel: «Nos hicieron pensar que querían dinero. Y todo el tiempo estuvieron involucrados en ejercicios/simulacros hasta que se descontrolaron».
Como parte de su subterfugio en los últimos dos años, Hamas se abstuvo de realizar operaciones militares contra Israel, incluso cuando otro grupo armado islamista con base en Gaza conocido como Jihad Islámica lanzó una serie de sus propios ataques o ataques con cohetes.
Israel se enorgulleció durante mucho tiempo de su capacidad para infiltrarse y monitorear grupos islamistas. Como consecuencia, explicó dijo la fuente cercana a Hamás, una parte crucial del plan era evitar filtraciones.
Muchos líderes de Hamás desconocían los planes y, mientras entrenaban, los 1.000 combatientes desplegados en el asalto no tenían idea del propósito exacto de los ejercicios, añadió la fuente.
Cuando llegó el día, la operación se dividió en cuatro partes, abundó la fuente de Hamás, describiendo los distintos elementos.
El primer movimiento fue una andanada de 3.000 cohetes disparados desde Gaza que coincidió con incursiones de combatientes que volaban en alas delta, o parapentes motorizados, sobre la frontera, indicó la fuente.
Una vez que los combatientes en ala delta estuvieron en tierra, aseguraron el terreno para que una unidad de comando de élite pudiera asaltar el muro fortificado electrónico y de cemento construido por Israel para evitar la infiltración.
Los combatientes utilizaron explosivos para romper las barreras y luego cruzaron a toda velocidad en motocicletas. Las topadoras ampliaron los espacios y entraron más combatientes en vehículos todo terreno, escenas que describieron testigos.
Una unidad de comando atacó el cuartel general del ejército israelí en el sur de Gaza e interfirió sus comunicaciones, impidiendo que el personal llamara a los comandantes o entre sí, se explayó la fuente.
La parte final implicó el traslado de rehenes a Gaza, lo que en su mayoría se logró al comienzo del ataque, precisó la fuente cercana a Hamás.
En una toma de rehenes muy publicitada, los combatientes secuestraron a asistentes a una fiesta que huían de del kibutz de Re im, cerca de Gaza. Imágenes de las redes sociales mostraron a decenas de personas corriendo por los campos y por una carretera mientras se escuchaban disparos.
«¿Cómo pudo celebrarse esta fiesta tan cerca (de Gaza)?» se preguntó incrédula la fuente de seguridad israelí.
La fuente de seguridad israelí dijo que las tropas israelíes estaban por debajo de su fuerza máxima en el sur, cerca de Gaza, porque algunas habían sido reasignadas a Cisjordania para proteger a los colonos israelíes tras un aumento de la violencia entre ellos y los militantes palestinos. «Ellos (Hamás) explotaron eso», analizó.
El general retirado Yaakov Amidror, ex asesor de seguridad nacional del primer ministro Benjamín Netanyahu, declaró a los periodistas que el ataque representaba «un enorme fallo del sistema de inteligencia y del aparato militar en el sur».