En nuestra vida existen personas muy intensas de las que debemos alejarnos o acercarnos cual planetas orbitando alrededor del Sol, para proteger nuestra salud mental. A veces necesitamos estar más cerca de ellos y otras veces su calor” nos resulta agobiante. Esa gente, tarde o temprano, se va. A veces viajan para vivir en otro lugar o a tomar mates con Jesús o tererés con el Diablo. En otras ocasiones se olvidan el cuerpo funcionando, pero nos dejan por alguna demencia o quedan en un profundo sueño vegetativo.
También pasa que cambian radicalmente, porque se enamoran, se sinceran o ganan las elecciones presidenciales de algún país, y ya no somos capaces de verlos como eran antes, a pesar de que mantienen la misma cara. Por comodidad y a fines de esta breve columna, declararemos la muerte simbólica de toda esa gente. Pero no nos engañemos: solo mueren, no desaparecen.
Palabras clave: il morto que parla, el 48
Ayer había una mosca parada en la punta de la mesa haciendo eso que uno no sabe qué cochinada es y me acordé de vos, porque la gurisa agarró un trapo y se puso a aletear para espantar al bicho. Listo, ya está”, dijo orgullosa cuando logró sacarla. Todo el tiempo hace cositas que hacías vos. De tantas que son, a veces me preocupa que terminen pareciéndose. Y hasta te diría que me da envidia, porque ni de mí repite tantos gestos.
El otro día la pibita se confundió el nombre de un compañero del cole y se llevó rápidamente la mano derecha a la frente para darse un golpecito. ¡Qué tonta!”, dijo entre risas. Y yo no sé si estaré sensible o me habré vuelto una porquería de persona, pero me acordé de vos y me enojé, y después me acordé de la película Coco” y la vieja que no quería que el chico toque la guitarra por una mala experiencia familiar, y me sentí tonto. Y me reí.
Anoche le dije que coma con cubiertos y me dijo que el derecho mío termina donde empieza el derecho de ella. Eso la llevó a estar en penitencia. Sentí que te ponía en penitencia a vos, no sabés qué placer sentí. Me di cuenta de que era algo que quise hacer toda mi vida. Debería haber un día al año en el que se le permita a los niños poner en penitencia a los grandes. La sociedad mejoraría exponencialmente.
Y así aparecés todo el tiempo: cuando me dice que dios existe, cuando la encuentro en la web de Clarín, cuando se lava los dientes así nomás, cuando dice que estudiar Historia no importa porque es algo que ya pasó y sobre lo que no podemos hacer nada, cuando no quiere compartir el vaso porque dice que tiene baba de otro. Me tenés cansado.
Yo pensaba que los muertos se morían y ya, pero no. Vos seguís acá, manteniendo esa tensión entre ayudarme muchísimo y molestarme mucho más aún. Y a cada rato aparecés y lo hacés en lo más preciado, en mi hija ¿Será una emboscada del universo que llegó muy tarde para enseñarne a convivir con vos? ¿A vos te tocó atravesar lo mismo conmigo? ¿Sabías que te quiero muchísimo? ¿Leés esta columna? ¿Qué diario llega al infierno? ¿Solamente Clarín?
Conclusión: muchas gracias por todo. Gracias y perdón.