La Justicia resolvió, apenas horas antes del show del mítico artista inglés Roger Waters en el estadio Monumental de Buenos Aires, un recurso de amparo presentado por la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (Daia). El motivo de la medida es que el músico “tuvo expresiones y mensajes antisemitas” durante un concierto realizado en Montevideo. A pesar de que la solicitud de cancelar los conciertos no fue aceptada, la organización se alegró de que la fiscal antidiscriminación de la Ciudad de Buenos Aires, Andrea Scanga, estuviera presente en ambas presentaciones “para supervisar y, si es necesario, tomar medidas legales en caso de que Waters incumpla la ley”, según un comunicado de prensa.
El comunicado de la institución expresa: “La Daia presentó ante la Justicia un amparo con un pedido de medida cautelar solicitando la suspensión del recital de Roger Waters programado para realizarse en Buenos Aires por sus expresiones y mensajes antisemitas. La Daia repudia, condena y considera peligrosos los mensajes antisemitas que el ex líder de la banda Pink Floyd viene repitiendo en sus presentaciones públicas. Además de poner en duda la masacre terrorista cometida por Hamas el 7 de octubre asegurando que fue un invento de Israel, durante el show en Uruguay insultó al presidente de la Comunidad Judía de Uruguay y acusó a Israel de asesinar al pueblo palestino”.
No es la primera vez que la polémica del antisemitismo rodea a Roger Waters. Cofundador de Pink Floyd, se le acusa por afirmaciones en las que se refirió a “comida judía”, y por una canción sobre su agente, en la que lo llamaba “judío de mierda”. Una investigación de la Campaña Contra el Antisemitismo (CAA) entrevistó a personas que trabajaron junto a Waters, quienes hicieron alegaciones de referencias despectivas repetidas hacia los judíos, y han publicado mails de Waters en los que propuso que un cerdo inflable flotando sobre sus conciertos debería llevar un eslogan antisemita. En mails de 2010 también sugirió “bombardear” a la audiencia con confeti en forma de svásticas, estrellas de David, signos de dólar y otros símbolos.
En mayo, Waters apareció en el escenario, en Berlín, vistiendo un atuendo que se asemejaba estrechamente a un uniforme nazi, interpretando al personaje Pink, de la ópera rock The Wall, llevaba un gabán de cuero negro con un brazalete rojo que llevaba dos martillos cruzados en lugar de una svástica. Por ello ha sido acusado de simpatizar con el nazismo, pero eso es, justamente, no comprender el mensaje de The Wall: un alegato anti fascista y anti totalitario. Criticar a Waters por vestirse como ese personaje sería como criticar a Charles Chaplin por imitar a Hitler en “El gran dictador”. Waters siempre ha insistido en que no es antisemita, y afirmó que la actuación fue “claramente una declaración en contra del fascismo, la injusticia y la intolerancia en todas sus formas”.
En la misma gira, Waters pareció comparar la muerte de la periodista palestina Shireen Abu Akleh, con la de Anne Frank, al proyectar ambas imágenes lado a lado. Sin embargo, es cierto que allegados al músico (como Norbert Stachel, ex saxofonista de su banda solista) citan instancias en las que Waters se mostró muy crítico de Israel: afirmó que Waters perdió los estribos en una gira en Líbano, después de que se sirviera una sucesión de platos vegetarianos en un restaurante, y exigió que los mozos “quitaran la comida judía”. Stachel también dice que Waters se burló de su abuela asesinada en el Holocausto, y que un colega le advirtió que no reaccionara a comentarios sobre judíos si quería conservar su trabajo. Estas acusaciones se presentaron en un documental emitido online hace poco, presentado por el veterano periodista John Ware.
El productor de rock Bob Ezrin afirmó que, cuando estaba en Inglaterra en los 70 produciendo el álbum The Wall, Waters inventó una canción sobre el agente de la banda, Bryan Morrison. Ezrin dijo: “No puedo recordar las circunstancias exactas, pero la última línea era ‘porque Morry es un judío de mierda’».
En respuesta a estas acusaciones, Waters ha dicho: “He pasado toda mi vida hablando en contra del autoritarismo y la opresión, dondequiera que lo vea. Cuando era niño, después de la guerra, el nombre de Anne Frank se mencionaba a menudo en nuestra casa, se convirtió en un recordatorio constante de lo que sucede cuando el fascismo no se controla. Mis padres lucharon contra los nazis en la segunda Guerra Mundial, con mi padre pagando el precio máximo”.
Lo cierto es que, más allá de sus posturas políticas personales, polémicas y cuestionables, aunque a su vez comprometido con distintas causas que podrían ser consideradas “nobles” alrededor del mundo, la música que Waters creó, tanto en solitario como con Pink Floyd, no tiene ningún dejo de antisemitismo, sino todo lo contrario.
Las acusaciones son controvertidas, y han generado opiniones encontradas. Mientras algunos lo ven como un defensor de buenas causas, otros consideran que sus expresiones y acciones son ofensivas y problemáticas, a tal punto que sus conciertos deben ser prohibidos…
Por lo pronto, Roger Waters volverá a actuar, una vez más, en una ciudad donde siempre llena todos los estadios.