Tras varios meses de desgaste, la relación entre el gobierno del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la coalición del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, cayó a su peor momento desde el ataque de Hamás a Israel el pasado 7 de octubre, luego de que una de las figuras demócratas más poderosas del Congreso reclamó “nuevas elecciones” en Israel y criticó ferozmente a Netanyahu, lo que provocó una iracunda respuesta de su partido, el Likud.
En medio de una creciente frustración de la Casa Blanca con la ofensiva de Israel en la Franja de Gaza, el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, pidió en el Capitolio un cambio de gobierno en el Estado judío y lanzó el mensaje más duro que se haya escuchado de la cúpula del oficialismo contra Netanyahu desde el ataque, al afirmar que “perdió el rumbo”, es un obstáculo para la paz, y ya nadie espera que su coalición haga lo necesario para “romper el círculo de violencia” y bajar la tensión en el conflicto en Medio Oriente.
El Likud respondió en un comunicado que “Israel no es una república bananera, sino una democracia independiente, orgullosa que eligió al Primer Ministro Netanyahu”. La Casa Blanca conocía de antemano el discurso de Schumer, dijo en una charla con periodistas el asesor en Comunicaciones de Seguridad Nacional, John Kirby.