Luciano Cáceres tiene 47 años y más de 70 participaciones en cine, teatro y televisión. Durante la última temporada estival, el intérprete formó parte del elenco de “El Beso”. Una comedia que integran Luciano Castro, Mercedes Funes y Mónica Antonópulos. La propuesta se hizo con el galardón Estrella de Mar a Mejor comedia. Por su lado, Cáceres se hizo acreedor del Premio a Mejor Unipersonal por su trabajo “Muerde”. “El éxito está en concretar los trabajos. Más allá de los resultados de taquilla y crítica. Cada laburo te va transformando y te va haciendo conocer tus limitaciones, tus capacidades, y te van haciendo mejor”, sintetiza.
Cáceres comenzó a estudiar actuación a los nueve años y su primer papel llegó a los 11. Su rostro aparece en ficciones televisivas como “Graduados” o “Señores papis”, en el teatro con “Desnudos” o en la pantalla grande como “El amor primera parte”, el primer film de Santiago Mitre, director de “Argentina 1985”. “Me podés ver en el Prime Time de la televisión o en el teatro independiente”, advierte. Una característica de su carrera es ir de lo íntimo a lo masivo.
“No me hace este peor actor hacer teatro comercial o cine comercial, sino que son lugares en donde uno puede poner toda la formación al servicio del oficio”, confiesa.
(HDC): ¿Cómo es pasar del ritmo de la temporada en Mar del Plata, con funciones muy seguidas, tener un tiempo de descanso y ahora volver con un ritmo también a full? Son cinco las funciones que tienen acá en Córdoba.
Luciano Cáceres (LC): De alguna manera, casi no paramos. Solo esta semana fue sin funciones y en mi caso estoy haciendo el unipersonal. Así que venimos con el envión y muy aceitados. En paralelo estuvimos ensayando todos los otros días la incorporación de Mónica Antonópulos ya que en Mar del Plata lo hizo Jorgelina Aruzzi.
HDC: ¿Cómo fue tu acercamiento a la propuesta? ¿Te contactó el director (Nelson Valente) o audicionaste?
LC: Primero me convocó Luciano Castro que venimos trabajando hace mucho tiempo y obviamente después me junté con el director y autor Nelson Valente. Es un equipo que nos conocemos mucho. Especialmente con “Lu” (Luciano Castro) hicimos muchas obras de teatro, también lo dirigí en el Teatro Independiente y protagonizamos muchas tiras juntos. Nos conocemos hace muchos años.
HDC: Hay una complicidad entre ustedes dos después de tantos proyectos juntos…
LC: Trabajar juntos siempre es un buen plan. Y sobre todo cuando uno piensa en la temporada, aparte de pensar en lo actoral, piensa en la calidad humana, porque son casi tres meses en los que estás lejos de tu casa. En ese tiempo se construye una comunión familiar muy linda con los compañeros de elenco. Es importante tener buenos compañeros con mucha afinidad para poder convivir.
HDC: ¿Qué se te viene a la cabeza antes de salir a escena? ¿Tenés miedo o eso lo atravesaste con el paso del tiempo?
LC: Siempre tengo el cagazo y lo festejo. Me sigue dando nervios y me genera la sensación de tener la llama encendida. No hago las cosas de taquito, o como si me diera lo mismo. Cuando se le comunica a los espectadores apaguen los teléfonos celulares me duele la panza, me pongo nervioso. Una vez que la obra comienza se me pasa y lo disfruto mucho.
HDC: ¿La reacción de la gente te va motivando?
LC: Es hermoso y es una responsabilidad. En estos tiempos no es tan fácil hacer reír. Poder viajar con la obra, que funcione y el público acompañe nos sitúa en un lugar de mucho privilegio.
HDC: Estuviste de los dos lados del mostrador, actuando y dirigiendo. ¿Qué es lo que le da complejidad a una obra?
LC: Son muchos temas. En este caso la obra es una comedia. El dramaturgo Molière planteaba que las comedias hacían las críticas más fuertes a la sociedad. El decía que en el espectador se generaba la carcajada, que en esa carcajada se abría la boca, se expandía la lengua y él ahí podía clavar los clavos de la razón. Puede ser vista como un género menor pero en realidad tira una trompada mayor. Ante la distracción que genera la comedia el espectador se puede cuestionar ¿De qué me estoy riendo? De la vida misma, de los padecimientos… Y termina siendo una vuelta más inteligente para hablar de los grandes temas y reflexionar sobre eso. Cuando las obras se presentan en Mar del Plata se piensan en comedias para generar una cercanía. La gente obviamente se quiere entretener y reír. La complejidad está en eso, en poder dar algo más que el entretenimiento y que la gente cuando salga siga hablando de la obra.
HDC: En el cine pasa ese pensamiento de la comedia como algo menor como con el género de terror…
LC: La comedia puesta en obra tiene, además, la complejidad de que es un mecanismo de relojería casi perfecto; que tiene un ritmo y una musicalidad, que si vos te pasas de ahí los chistes no entran.
HDC: ¿Te gusta apropiarte del texto y realizar alguna modificación?
LC: Sí, pero eso lo trabajamos en conjunto con el director Nelson Valente, que es muy abierto. Tener al autor como director nos da esa facilidad de probar y ver qué cosas funcionaban y cuáles no. En definitiva, el texto termina siendo un mapa para algo nuevo que se arma en conjunto con la dirección, el espacio y los actores.
HDC: En esos cambios, ¿hay una especie de prueba piloto cuando arranca la temporada y ven la reacción de la gente?
LC: La obra se va modificando porque el público te va marcando también parte del ritmo de la obra. Se necesita darle tiempo a las risas también. Uno no puede dejar de escucharlas. No podés quedarte diciendo todo tu texto y no darle importancia a lo que está pasando en la platea.
HDC: Si los recursos expresivos son los mismos, ¿Cómo es la diferencia de lenguaje entre el teatro, el cine y la televisión?
LC: Uno tiene que ser cómplice del género. Para mí es muy importante la formación, porque es un atajo saber cómo se actúa determinada cosa. El cine es muchísimo más técnico al igual que la televisión. Hay cosas que tenés que aprender, que las tenés que incorporar, como pararte delante de cámara, no taparle la cámara al compañero, saber que no tenés que proyectar la voz como la proyectas en el teatro. No es lo mismo trabajar para un primerísimo primer plano que para un plano medio o un plano general. Hay distintas intensidades de lo que uno tiene que trabajar para la cámara. Son cosas que se estudian y las aprendes con el tiempo y con la práctica. No hay que perder de vista que en los clásicos está todo. Luego hay un nuevo punto de vista que uno puede aportar con la particularidad de cada actor. Lo que te dan cinco minutos de escenario por ahí no te lo dan diez años de estudio.
HDC: Cuando subiste a recibir el premio en los Estrellas de Mar dijiste: “La cultura no es un gasto”. ¿Qué pensás de la situación actual, con recortes en el Incaa y la cultura?
LC: Lo vivo como un ataque muy personal. Totalmente gratuito y sin sentido. Negar que la cultura es esencial me parece malísimo porque es importante para el ser humano. Somos lo que somos gracias a la cultura. Y pensar en vaciar la cultura es querer ser ignorante. En festivales internacionales el teatro y el cine argentino son siempre bienvenidos y premiados. Es muy importante que exista un desarrollo a nivel federal, porque habla de la idiosincrasia de cada pueblo, de nuestra historia, de nuestro ambiente, de nuestra singularidad, nuestro sonido, nuestra forma de hablar. Es que hay mucha riqueza cultural en la Argentina. Cada zona tiene su propia música, sus propios instrumentos. Obviamente me enoja si se intenta confundir a la gente. Se baja un mensaje de que al existir estas instituciones se deja de darle dinero a los maestros, a los médicos, todo para confundir. Y no tiene nada que ver. Lo importante es que los artistas argentinos en todas las ramas siempre resisten. Estamos acostumbrados, lamentablemente, a atravesar crisis, como todos.