Independientemente de la novedad que representa la aparición de la vacuna japonesa contra el Dengue, de reciente aprobación por la ANMAT, debe discutirse seriamente la oportunidad de su inmediata aplicación, especialmente en los sectores del país donde la epidemia arrecia. En tanto, la literatura especializada y las buenas prácticas en salud pública recomiendan, como mejor estrategia de prevención en epidemias, la participación ciudadana, prevista en la Ley provincial 9.666/2009.
El Dengue viene para quedarse
Las experiencias “clásicas” pertenecen a los países donde el Dengue es endémico (por estar presente todo el año): países de clima tropical de Centroamérica y el Sudeste Asiático, con lluvias monzónicas y una alta humedad en forma permanente. Grupo al que, en los últimos años y cambio climático mediante, se ha sumado buena parte del continente africano, y también países sudamericanos, entre ellos, la Argentina en vastas regiones.
En el mundo, más de 3.500 millones de personas están expuestas al Dengue, 100 millones de personas se infectan al año, 550.000 necesitan internación, y 20.000 mueren al año.
Las condiciones socioeconómicas (aproximadamente un 60% de pobreza en la Argentina) tienen determinante incidencia en las epidemias, y es allí donde el accionar del Estado debe ser permanente, eficaz y eficiente.
Es prioritario abordar el manejo de los denominados “cacharros” (voz más conocida en países centroamericanos, de clara connotación en tachos, latas y otros recipientes con capacidad para acumular o reservar agua).
A la falta de una infraestructura de saneamiento adecuada, se suma en nuestros países (realidad a la que no escapa la ciudad de Córdoba) la ausencia de mosquiteros, y la presencia de macetas con flores y plantas dentro y en derredor de los domicilios, que al igual que los bebederos para animales, deben ser atendidos inmediatamente.
Las intervenciones sobre la sociedad, sea desde los medios de información y con campañas de llegada a los hogares, tienen como propósito promover el cambio de comportamiento individual y colectivo, despertando a la población, alentando esfuerzos intersectoriales, implementando acciones de real impacto.
Participación activa del ciudadano
La activa participación ciudadana debe articularse con las medidas gubernamentales de recolección de residuos y “descacharreo” de elementos grandes, acciones amplias de desmalezamiento de los espacios comunes, plazas, terrenos baldíos, y la atención de canales o estanques de escasa o nula corriente, más comunes en asentamientos urbanos pobres.
Una medida rendidora en las campañas -todos la conocemos- es la información, completada por el aprendizaje del público sobre las condiciones de vida del mosquito que transmite el dengue, su hábitat domiciliario y peridomiciliario, dónde se coloca, sus huevos o larvas, y cómo se combaten con prácticas de limpieza sencillas. Estos conocimientos adquiridos (saber qué debemos enfrentar y reducir) deben estimular el ejercicio de acciones cotidianas y habituales.
Es fundamental incidir en la conducta de cada persona, brindando suficiente y clara comunicación. Explicando qué se debe hacer y qué le compete realizar a cada actor, público o privado. Ese mensaje reduce la incertidumbre y provoca un impacto mensurable. El público debe tener claro qué hacer en cada supuesto, qué elementos son útiles, y cómo trabajar para que los casos desciendan.
Políticas internacionales
La Organización Mundial de la Salud – OMS, y Organización Panamericana de la Salud – OPS, han recomendado como estrategia para la prevención del dengue la educación, para reemplazar un comportamiento indolente por uno saludable, en el sentido de pertinente para controlar la enfermedad. Ello exige a los gobiernos establecer políticas de intervención. Se trata de introducir, junto a medidas de contención, el concepto de autocuidado de la salud, que es complementario de las directrices a asumir en caso de contagio, donde el Estado debe abordar los picos de demanda con estrategias que, de nuevo, reduzcan la incerteza (dónde atendernos, cuándo, qué recaudos tomar, organización de nosocomios para atención de casos comunes o graves, derivación de pacientes, etc.)
Cuando un suceso epidémico intenso se presenta, la carga y la resistencia se confrontan. Si la resistencia es mayor que la carga, los efectos del fenómeno se disipan, morigerando el daño. Si la resistencia es menor, se observa un fallo que impacta en la sociedad.
La OPS sostiene que la apropiación del programa de control del dengue por parte de la comunidad es un requisito fundamental para su éxito y sostenibilidad.
Los saberes que la población debe tener sobre el mosquito Aedes aegypti, cómo protegerse de las picaduras y cómo eliminar sus huevos y sus larvas, deben ser expuestos claramente y acompañarlo de una acción contundente de amplia participación ciudadana, donde mezclen los saberes con la practica ciudadana responsable.
Políticas urgentes
En una instancia como la que transitamos, la idea central es cortar la cadena de reproducción de mosquitos con acciones ciudadanas responsables y globales. Para ello es importante introducir un método de actuación al interior de cada hábitat (una casa de familia, un galpón, un local comercial, una fábrica, un club), para eliminar los huevos y larvas.
Una acción conducida por la autoridad municipal, en alianza estratégica con los medios de comunicación radiales, diarios y televisión local, bien articulado con las redes sociales, anunciando que va a comenzar la tarea de responsabilidad de la higiene del hogar, en tal día y en tal hora, tres veces por semana (por ejemplo: lunes, miércoles y viernes, a las 10:00 horas. y a las 19:00 horas para quienes no pudieron por la mañana).
Convocados todos juntos a sacar todos los restos de agua de la casa, cambiar el agua de los animales, de los floreros y repasar con un trapo con agua lavandina los bordes de las piletas de la cocina, la bacha y los artefactos del baño, incluida la bañera en caso de existir. Incluso promover la pregunta al vecino “¿realizaron las tareas para matar los huevos del dengue?”. Y ello complementado con una acción del municipio en espacios públicos.
Esta acción de participación ciudadana responsable, liderada por las autoridades en forma sostenida durante tres semanas, con entrega de elementos de limpieza si hicieran falta, provocará un descenso sensible y mensurable de la cantidad de casos en las semanas subsiguientes.
Se aliviará el sistema sanitario, tanto público como privado, que hoy se encuentra saturado por la alta demanda de pacientes con síntomas.