La crisis en el sector de la construcción en Argentina se profundizó durante el 2024 y la decisión del gobierno nacional de detener por completo las obras públicas iniciadas por la gestión anterior de Alberto Fernández. Esto, sumado a las políticas económicas de ajuste y recesión implementadas, resultó en un drástico descenso en el empleo del sector.
Datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) revelan que entre noviembre pasado y marzo de este año se perdieron más de 52,000 puestos de trabajo formales en la construcción. La Cámara Argentina de la Construcción (Camarco) estima que la cifra total de empleos perdidos asciende a 100,000, con implicaciones directas en la pobreza de familias afectadas.
Gustavo Weiss, presidente de Camarco, explicó que la caída en el empleo se debe principalmente al parate en la obra pública, siendo este sector el que más empleo genera. Por otro lado, la obra privada y la industria vinculada a la construcción también se vieron afectadas, aunque en menor medida.
Empresas dedicadas a proyectos de obra pública nacional han enfrentado dificultades financieras, con facturaciones cercanas a cero y deudas con proveedores. A pesar del diálogo fluido con el Gobierno, las respuestas han sido poco alentadoras, con la justificación de la falta de fondos para inversión en obras públicas.
En este escenario, las provincias que disponen de recursos propios como Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Buenos Aires y CABA están llevando adelante proyectos de infraestructura que han contribuido a sostener los pocos más de 300,000 empleos formales que aún se mantienen en el sector.
La construcción, uno de los motores de la economía argentina, ha experimentado una contracción significativa, con una reducción del 15.7% en los trabajadores registrados en el último año. A pesar de las expectativas de un mayor avance en las obras públicas a nivel provincial, el escenario de incertidumbre y desempleo en el sector de la construcción continúa siendo preocupante para el futuro económico del país sudamericano.