Cientos de personas se congregaron ayer en los suburbios meridionales de Beirut para despedir a Fuad Shukr, máximo comandante militar de Hezbollah, asesinado el martes en un bombardeo israelí, y escucharon al líder máximo del grupo shiíta libanés, Hasan Nasrallah, advertir que es “inevitable” responder al ataque de Israel que mató a su alto mando.
Shukr es la baja de más alto rango en las filas del movimiento shiíta desde el comienzo de sus enfrentamientos con Israel hace casi 10 meses y los actos para darle su último adiós culminaron con un discurso del líder del grupo, Hasan Nasrallah.
“Acusaron a nuestro líder de ser el asesino de los niños de Majdal Shams (en los Altos del Golán) y este es el mayor engaño y fraude que está ocurriendo estos días”, defendió el secretario general del movimiento libanés.
En paralelo, con miles de personas congregadas en el centro de Teherán, capital de Irán, y el líder supremo de ese país, Ali Jamenei, rezando sobre su ataúd, comenzó ayer el funeral del jefe del buró político del grupo islamista Hamás, Ismail Haniyeh, quien fue asesinado el miércoles en un ataque que atribuyeron a Israel.
Jamenei advirtió a Israel de una dura respuesta por el asesinato de Haniyeh, afirmando que la República Islámica considera un deber vengar la sangre del líder de la resistencia palestina. Mientras, el ejército israelí confirmó que el jefe del ala militar de Hamás, Mohammed Deif, murió en un ataque aéreo en Gaza en julio.